De pibes la
llamamos: “la vedera”
Y a ella le
gustó que la quisiéramos,
En su torno
sufrido dibujamos
Tantas
rayuelas.
Después, ya
más compadres, taconeando
Dimos vuelta
manzana con la barra,
Silbando
fuerte para que la rubia
Del almacén
saliera, con sus lindas trenzas
A la ventana.
A mí me tocó
un día irme muy lejos
Pero no me
olvidé de las “vederas”
Pero no me
olvidé de las “vederas”.
Aquí o allá,
las siento en los tamangos
Como la fiel
caricia de mi tierra.
¡Cuánto
andaré por “ ái ” hasta que pueda
volver a
verlas...!
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