Mi sueño se
jubiló y sin decirme nada,
se fue
volando detrás de los vencejos.
Se retiró a
un asilo privado con visitas restringidas.
Y hubo un
ejercicio de piedad en mi ciudad
y los árboles
comenzaron a caminar
para hacerme
un cortejo con nidos y amor de clorofila,
y las
alcantarillas despedían mariposas con brillitos
y los postes
de luz se doblaban en señal de respeto.
Pero la tarde
seguía triste, tan triste como una quema de libros
y caían del
cielo palomas oxidadas por exceso de huelgas.
Mi sueño se
rindió antes que yo y ahora me quedo
como una
armadura donde retumba el eco
Quizás mañana
cuelgue al sol sus exequias de humo
y luego vacíe
los cajones y corte el cordón umbilical
con mi sueño
que ahora anda con bastón y toma pastillitas.
Y ojala que,
en los días que vendrán
la vida
parezca igual, casi igual
y mi pecho no
se dé cuenta de que está hueco, vacío
como un saco
de adiós por donde se filtra el viento.
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