Si te
encontrase, te pediría un café en el lado izquierdo de mi patio,
la fábrica
con andamios llorones que nos guardamos en la mochila,
la caja de
los amaneceres con nosotros saltando una rayuela, muertos de risa,
cabalgándonos
el viento, y las trenzas sin canas
con las que
te ataba a mi verso.
Te pediría,
también, que me faltes el respeto,
que desates a
los besos amontonaditos en la boca,
y que
rescates de la aduana las cajas de los asombros
que me
confiscaron como también confiscaron mis alas buenas.
Te pediría
nuestra plaza con palomas en celo,
los torrentes
de luz que me dejé en tu casa,
las cartas
que no te escribí
pero que ya
has leído, mi ausencia imperdonable.
Y sí, frascos
con dulce de leche para mis memorias tristes
y la fruta
madura de tu anhelo a punto,
tu mano por
mi espalda, una renuncia a los pudores,
un cenicero
sin prejuicios, una revolución a cuenta,
la lista de
mis héroes con mi patria incluida,
manos aún
jóvenes que guardaste en tus camisas.
Te pediría un
pecado chiquito que nos quedó inconcluso,
pero primero,
primero un café en el lado izquierdo de mi patio.
Aurora Olmedo,
poeta argentina.
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