Una mañana Laura recibió una llamada de Daniel, lo escuchaba sintiendo una creciente inquietud en su interior. Él le contaba que hacía unos días había recibido una visita inesperada en su trabajo, un abogado de la familia de Claudia había ido a verlo mostrándole una serie de documentos y le dejó en claro que, si no se olvidaba del divorcio, ellos iban usar todo su poder para destruirlo. Él no le había dado importancia, por eso no le había dicho nada, pero el acoso había alcanzado su punto máximo. Utilizando todas sus conexiones y recursos lograron lo impensable, sus cuentas bancarias fueron congeladas, y lo más devastador, el Tribunal dictaminó que la custodia de Lucas y Sofía debía ser compartida, obligándolo a no abandonar la casa con Claudia para garantizar un entorno familiar para los niños.
Laura
sorprendida le preguntó sí podían hacer eso, sí podían obligarlo a vivir con
una mujer que había dejado de amar. Él le aseguró que no, pero que si no lo
hacía le daban la custodia definitiva de
los chicos a Claudia y conociéndola, los iba a perder para siempre. Laura
sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. No podía creer lo que
estaba escuchando, estaban amenazándolo con quitarle todo si dejaba a Claudia.
Daniel no paraba de hablar, le repetía que las conexiones y recursos de su
familia eran inmensos y temía que pudieran llevar a cabo sus amenazas. Laura se
quedó en silencio, procesando la magnitud de la situación, finalmente le pidió
a Daniel que corte la llamada y vaya a su casa para hablar personalmente y
pensar algo juntos.
Cuando
Daniel llegó, ella tomó su mano y lo miró con determinación. Le dijo que no podían
ceder ante las amenazas, no podían dejar que los controlen con miedo. Le
suplicó que no se vaya, que no la abandone, le aseguró que, sí se olvidada de los
sueños que tenían juntos, ellos habrían ganado, y los chicos y él vivirán bajo el
control y manipulación de Claudia para siempre. Daniel la miró, no quería
perderla, no quería que ellos ganen, pero tenía que pensar en el bienestar de
Lucas y Sofía. No podía permitir que
sufran más. Laura respiró hondo, tratando de mantener la calma, lo
sabía, pero insistía en que juntos iban a encontrar una solución. Le repetía
que no estaba solo, que lo amaba, finalmente le suplico que no la deje.
Daniel
le hablaba con su voz quebrada por la emoción mientras la abrazaba, estaba
destrozado, pero no podía soportar la idea de perder a Lucas y a Sofía. Tenía
que seguir viviendo con Claudia, pero no quería perderla. Laura lo escuchó con sus
ojos llenos de lágrimas, pero también de comprensión. Sabía que Daniel estaba
tomando esta decisión por el bienestar de sus hijos, aunque le rompiera el
corazón. No podía imaginar lo difícil que debía ser para él. No quería que
siguiera viviendo con Claudia, pero entendía que estaba haciendo esto por sus
hijos, Daniel no podía soportar la idea de perderla, sabía que era pedir
demasiado, pero necesitaba seguir viéndola, aunque sea a escondidas.
Laura
intentó calmar el ímpetu de sus emociones. Sabía que su amor por Daniel era
profundo y verdadero y que quería estar con él a pesar de todo. Aceptaba la
situación, si esto es lo que necesitaba Daniel para estar con sus hijos. Lo
apoyó buscando una manera de mantenerse unidos, aunque sea complicado. Con el
corazón lleno de dolor, pero también de esperanza, se despidieron esa noche
prometiéndose amor y apoyo mutuo, sin importar las circunstancias.
A
pesar de las dificultades, Laura y Daniel continuaron viéndose en secreto. Ella
sentía que hacía todo el esfuerzo para llevar adelante la relación, dándole a
Daniel la fuerza necesaria para soportar la situación en la que se encontraba.
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