Quinquela Martín

miércoles, 18 de junio de 2025

Un amor sin salida "el juicio" de Alejandro Nisim Joaquin

 

La policía investigaba un presunto homicidio seguido de la desaparición de la víctima, en un mar de dudas e incertidumbres. La última persona que había visto con vida a Claudia era Daniel y los investigadores trataban de resolver el enigma sí Laura había participado del homicidio o sólo en la desaparición del cuerpo. El caso había tomado estado público, con elementos que lo hacían atrapante al ser una historia bañada de misterio. Una joven madre dedicada a sus dos hijos, desaparecida, un marido, el presunto asesino que tenía una amante joven y bonita que lo había dejado cansada de esperar que se divorcie. Ante el asedio de la prensa Laura se recluyó en la casa de su madre, no salía, no recibía visitas, no escuchaba noticias, no prendía la TV, estaba desconsolada e irreconocible.

Inesperadamente la policía recibió el testimonio de un vecino de la casa de Daniel, donde afirmó que, el día de la desaparición, vio humo saliendo de la chimenea, presumiendo así que la pareja se estaba deshaciendo de evidencias incriminatorias, ya que en ese momento había una temperatura de 28 grados en la ciudad.

La madre de Laura llegó a la casa apresurada interrumpiendo sus compras y la abrazó llorando. Laura supuso que la madre se había enterado que venían a buscarla para llevarla presa. No era eso, su mamá se había enterado que cuando la policía allanó la casa de Daniel lo encontró colgado. Se había suicidado dejando una nota, su cuerpo estaba ahora en la morgue y la carta estaba siendo estudiada por los peritos. Aturdida por la noticia Laura se dejó caer de rodillas, el suicidio de Daniel la había dejado en shock. No podía parar de llorar desconsoladamente, repetía que su único delito había sido ser una persona confiada y no creer en la maldad de la gente.

El día no terminó ahí, la policía llegó de nuevo, esta vez con una orden de arresto para ella con el cargo de conspiración para cometer homicidio y encubrimiento, fue esposada, al salir de la casa fue insultada y agredida por la gente que la esperaba. Finalmente, para evitar problemas fue alojada en una prisión federal donde fue interrogada intensamente. A pesar de que seguía manteniendo su inocencia, las pruebas en su contra eran muchas pero circunstanciales.

En la cárcel, mientras esperaba el juicio, su mente no dejaba de dar vueltas a los eventos de los últimos meses. Le insistía a su abogado que quería leer la nota que había dejado Daniel y luego de varias peticiones le fue entregada una copia “Amados hijos, no tengo valor de pagar por algo que no hice, los esperamos para abrazarnos los cuatro en el cielo”.

El juicio fue una experiencia agotadora. Los fiscales presentaron pruebas forenses que vinculaban a Laura con la escena del crimen. Los testimonios de los vecinos y conocidos de Claudia y Daniel no ayudaron a su causa. Los Fiscales mostraron las grabaciones de las cámaras de seguridad del barrio donde vivían Claudia y Daniel,  el día de la desaparición, en la que se ve a Laura manejando una camioneta y parando en contenedores de basura para tirar bolsas negras, donde se hallaron prendas con ADN de la víctima. Además, mostraron prendas con sangre de Claudia secuestradas en la camioneta de Laura.  

La Defensa contestó que Laura había reconocido desde un principio tirar bolsas con cosas de Claudia, pero eso era circunstancial y no probaba su participación en un homicidio. Como defensa a las pruebas forenses, sus abogados argumentaron que Daniel había manipulado la escena del crimen para incriminarla. Sostenían que ella se había cruzado con un psicópata que la usó de coartada y por su culpa había quedado en medio de todo esto. Pero la falta de evidencia directa que apoyara esta teoría debilitó su defensa. Laura, por su parte, se mantuvo firme en su inocencia.

Durante una de las audiencias, una pieza clave de evidencia salió a la luz. Un vecino de Daniel, que hasta entonces había permanecido en silencio por miedo a represalias, testificó haberlo visto moviendo lo que parecía ser un cuerpo envuelto en una manta hacia la camioneta de Laura en la noche de la desaparición de Claudia. Esto proporcionó un rayo de esperanza, pero no fue suficiente para absolverla completamente.

La Fiscalía remarcó las contradicciones sosteniendo que las tres veces que Laura fue llamada a declarar a la policía, hubo inconsistencias en sus dichos. Situación negada por su Defensa, alegando que ella siempre se había declarado inocente, pero el Juez no permitió escuchar las grabaciones de los interrogatorios.

Por último, un vecino de Daniel, a quién se le otorgó inmunidad por un delito de extorsión a cambio de su testimonio, en la última audiencia declaró que Daniel en una oportunidad había dicho “Claudia si me quiere dejar la voy a matar”, a pesar de las quejas de la Defensa el testimonio fue declarado válido.

Al momento de los alegatos la Fiscalía describió a Laura como una mujer enamorada, atrapada en una relación complicada. Lo que según, el Fiscal, la hacía capaz de cualquier cosa.

La Defensa pidió la inocencia de Laura. Les dijo a los Jurados que la investigación dejaba más dudas que certezas.  No había pruebas para condenar, no había nada, ni siquiera un cuerpo. Sostuvo que luego del suicidio del principal sospechoso, Laura era la única persona juzgada por la desaparición de Claudia. Afirmando que la estaban haciendo pagar en lugar de otra persona y que la prensa se había aprovechado de la imagen de Daniel, tergiversando los hechos, por la necesidad de la policía de culpar a alguien y dar respuesta a la presión que había ejercido la sociedad. Luego se le concedió la palabra a Laura que llorando les dijo a los Jurados que era inocente y estaba profundamente triste por Claudia y su familia.

Los doce Jurados iniciaron su deliberación que duró tres días corridos. Mientras las horas pasaban, Laura se hundía más en la desesperación. Su familia y amigos, aunque la apoyaban, empezaban a perder la esperanza de una sentencia favorable. La única persona que seguía luchando incansablemente era su madre, quien se dedicó a revisar cada detalle del caso.

Al momento de oír el veredicto del lado izquierdo de la sala se encontraban los familiares y amigos de Laura, y del otro, en primera fila, los padres de Claudia y sus dos hijos. El Juez le pidió a la Defensa que se ponga de pie para escuchar la decisión de Jurado, el Presidente del Jurado tomó la palabra “al cargo de conspiración para cometer homicidio inocente”, “al cargo encubrimiento de homicidio culpable”. Los padres e hijos de Claudia rompieron en llanto con cierta alegría. La madre y amigas de Laura también rompieron el llantos, pero de tristeza. Recuperado el orden en la sala el Juez sentenció a Laura a diez años de prisión con posibilidad de solicitar libertad condicional al cumplir siete años de condena.

Lo que le tocó vivir a Laura fue una injusticia. Siguieron luchando para demostrar su inocencia, pero la sentencia fue confirmada por la Cámara de Apelaciones. El único error de Laura fue enamorarse de un hombre que la engañó y la manipuló. Cualquiera pudo haber sido víctima de una persona así, la sociedad quería un culpable y ella tuvo que pagar porque Daniel, encima, se suicidó.

Fin

 

 

 

 

 

 

 

 

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