Laura no podía sacarse la sensación de que había algo más en todo esto. Su intuición le decía que Daniel estaba ocultando algo. Una noche decidió enfrentarlo, estaban en la sala de estar y ella no podía contener más sus sospechas, quería hablar con él. Daniel, que estaba sentado en el sofá levantó la vista y con voz cansada le preguntó sobre qué quería hablar, ya le había contado todo lo que sabía. Laura lo miró fijamente, sus ojos estaban llenos de determinación. Lo confrontó, sentía que había algo más y mucho peor. Había estado pensando en todo y creía que él le había hecho algo malo a Claudia. Daniel quedó perplejo, con su rostro perdiendo todo color le contestó que era absurdo, como podía siquiera pensar en eso. Ella no se dejó intimidar, él callaba más de lo que decía, Claudia había desaparecido sin dejar rastros y él estaba lo más tranquilo, como si supiera algo. Daniel se levantó enfurecido, le aseguró que esto seguro era un plan de Claudia para castigarlo y en cualquier momento iba volver, ella no sabía de lo Claudia que era capaz, tenían sus problemas, pero nunca le haría daño ¡Nunca! Le gritó en la cara. Laura mantuvo su postura, quería que le dijera la verdad. Daniel la miró con furia, le juraba que no le había hecho nada. Laura, aunque desconfiaba, notó temor genuino en los ojos de Daniel, pero no podía dejar de lado sus sospechas. Él bajó la mirada, visiblemente perturbado, Laura, cansada, se sentó en el sofá tratando de madurar lo que Daniel decía.
El tiempo transcurrió lentamente desde la última
conversación entre ellos. La tensión en la casa era evidente y la incertidumbre
sobre sus futuros juntos se cernía sobre ellos hasta que la situación dio un
giro dramático.
Una mañana un grupo de oficiales de policía llegó a
la casa. Ella estaba en la cocina preparando el desayuno cuando escuchó los
golpes fuertes en la puerta. Daniel se
adelantó para abrir y se encontró nuevamente con el oficial que los había
visitado, junto a varios policías más. Tenían orden para allanar el domicilio y
la camioneta de Laura, en relación con la desaparición de Claudia. Detrás del
grupo policial había una cantidad considerable de periodistas con cámaras y
micrófonos.
Laura sintió un nudo en el estómago. Mientras los
oficiales se dirigían a la camioneta estacionada en el camino de entrada, no
podía comprender por qué necesitaban revisar su vehículo, pero su intuición le
decía que algo terrible estaba por suceder. Se unió a Daniel en la
entrada, su rostro mostrando confusión y miedo. El oficial les informó que
habían recibido información que sugería que podría haber más de lo que
inicialmente creían. Los policías se dividieron en dos grupos, unos ingresaron
a la casa, registrando cada habitación con precisión y otro grupo se dirigió a
la camioneta de Laura, que se sentía impotente mientras veía cómo los policías
revisaban sus pertenencias, buscando alguna evidencia que pudiera vincularla a
la desaparición de Claudia.
Después de lo que pareció una eternidad,
uno de los policías encontró una caja en el fondo de un armario del dormitorio
principal, contenía varios artículos personales de Claudia, incluyendo joyas,
sus documentos, varias tarjetas de crédito, el teléfono celular y el pasaporte,
¿Qué es esto? Les preguntó el oficial sosteniendo la caja frente a ellos. Daniel
se quedó pálido, incapaz de dar una respuesta inmediata, Laura lo miró y le
exigió que diera una respuesta. Él balbuceó tratando de encontrar una
explicación, contestó que Claudia debió dejarlo aquí antes de irse, no sabía
que estaban en la casa. El oficial se quedó mirándolos, dudando de la
explicación de Daniel, esto complicaba las cosas. Se iban a llevar lo
encontrado como evidencia. Laura, sintiéndose traicionada giró hacia Daniel y
le preguntó, delante del oficial, por qué no le había dicho sobre esto. Le
preguntó varas veces a los gritos que más le estaba ocultando, Daniel intentó
tomarla de la mano, pero ella se apartó. Él le juraba que no lo sabía, no entendía
cómo estaba eso ahí.
De repente se escuchó desde el vehículo ¡Acá hay algo! Todos se acercaron para ver lo
que se había encontrado. En el compartimento trasero escondido bajo la alfombra
del baúl, había rastros de sangre y algunas prendas ensangrentadas que
pertenecían a Claudia. Todas las miradas giraron hacia Laura. Ninguno
de los dos podían salir de la ciudad, iban a ser citados a la comisaría para
responder algunas preguntas. Ella se
quedó helada, incapaz de creer lo que estaba ocurriendo. El
allanamiento finalmente terminó, los oficiales se llevaron las evidencias encontradas
y Laura, con
lágrimas en los ojos, fue filmada por los periodistas que le preguntaban desde
la puerta de la casa qué había pasado con Claudia.
Las
semanas siguientes al allanamiento fueron tensas y cargadas de discusiones.
La creciente desconfianza hacia Daniel la estaba carcomiendo, las cosas se
habían ido demasiado lejos, quería que él fuera completamente honesto. Ella ya no
tenía espacio para más secretos y decidió investigar por su cuenta.
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