Quinquela Martín

miércoles, 18 de junio de 2025

Un amor sin salida "el secuestro" de Alejandro Nisim Joaquin

Los días continuaron con relativa tranquilidad.  Una mañana Daniel le avisó que tenía que atender unos asuntos urgentes. Pasaron horas y luego días sin noticias de él. Laura al principio trató de mantenerse calmada, pensando que quizás estaba ocupado resolviendo alguna complicación, pero a medida que los días se convirtieron en semanas, su preocupación se transformó en desesperación. Intentó llamarlo innumerables veces, pero su teléfono estaba apagado. Visitó los lugares que solía frecuentar, pero nadie lo había visto. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo alarmante, en todo el tiempo que habían estado juntos, ella no sabía la dirección exacta de la casa donde vivía con Claudia y sus hijos. Esta revelación la dejó perpleja. Desesperada, incluso consideró en ir a la policía, pero temía las repercusiones dada la influencia de la familia de Claudia. Finalmente, pasadas las tres semanas, Daniel apareció en la puerta de su casa, demacrado y visiblemente agotado.

Con la alegría de verlo nuevamente lo abrazó lo más fuerte que pudo, preguntándole donde había estado. Ella le contó de su preocupación, de los días que pasaron sin tener noticias de él, sin saber qué hacer para no empeorar la situación con la familia de Claudia. Daniel la sostuvo y notó que el cuerpo de Laura temblaba. Se disculpaba por la falta de noticias en tantos días, pero la familia de Claudia lo había retenido en un lugar remoto y lo mantuvieron ahí, querían que firmara unos documentos que podrían perjudicarlo y hacer que perdiera cualquier derecho sobre sus hijos. Lo amenazaron con lastimarla a Laura si no lo hacía. Le confesó que no podía arriesgarse a que le hicieran algo a ella y firmó los papeles que le dieron sin dejar que los pudiera leer.

Laura lo miraba tratando de procesar lo que estaba escuchando, no podía salir de su asombro, la familia de Claudia lo había secuestrado, lo habían obligado a firmar documentos bajo coacción sin que pudiera leerlos con la amenaza de lastimarla. Daniel asintió con los ojos llenos de cansancio, le afirmó que prácticamente lo habían secuestrado. Querían que firmara unos papeles que lo obligaban a renunciar a cualquier reclamo financiero y a la custodia de sus hijos, todo a cambio de la seguridad de ella. Él no podía dejar que la familia de Claudia la lastimara y finalmente firmó para ganar tiempo y encontrar una manera de revertir eso legalmente.

Laura sintió una mezcla de alivio y angustia. Alivio porque Daniel estaba a salvo y de vuelta, pero angustia por el peligro en el que se encontraban. Necesitaban ayuda, un abogado que pudiera protegerlos y deshacer cualquier cosa que Daniel haya firmado bajo coacción. No podían dejar que la familia de Claudia siga controlando sus vidas. Daniel le dio la razón, ya no podían manejar esto solos, había que encontrar un abogado y comenzar a luchar de manera más estructurada. Estaba cansado de vivir con miedo y de poner en riesgo a las personas que amaba.

Pasados unos días Daniel llegó a la casa de Laura más tarde de lo habitual, visiblemente cansado después de un largo día. Ella lo esperaba en la sala, sentada en el sofá con el teléfono celular en la mano y una expresión de enojo. Un amigo le había mostrado una foto en redes sociales donde se lo veía a Daniel, en un centro comercial, abrazado a una mujer y con dos chicos. En el comentario de la foto se leía “Daniel, Claudia, Lucas y Sofía juntos para siempre” y un “me gusta” de Daniel. Al ver la foto se quedó paralizado, con su rostro palideciendo mientras procesaba lo que Laura le acababa de mostrar. Se sentó lentamente en una silla frente a ella, respirando profundamente antes de hablar. Podía explicarlo, era una foto vieja. Laura le acercó el celular y mientras le mostraba la foto le remarcaba que había sido subida hace 20 días, justo en el momento que él supuestamente había sido secuestrado. Los ojos de Daniel delataban el nerviosismo que sentía. Le contestó que era complicado, pero que  podía explicarlo. La voz de Laura temblaba mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Le exigía explicaciones. Las preguntas de Laura se acumulaban ¿Complicado cómo? ¿Me has estado mintiendo todo este tiempo? ¿La seguís amando? ¿Era mentira que te secuestraron? Daniel no daba respuestas. Él cerró los ojos por un momento, como si intentara reunir valor y apenas audible le contestó que era una situación complicada y nunca supo cómo decírselo sin lastimarla.

Laura lo miró incrédula. No podía calmarse y las preguntas salían de su boca, una tras otra ¿Pensabas que esconderlo era la mejor opción? ¿Cuánto tiempo más planeabas seguir con esta mentira? ¿Estuviste con tu familia esos días que desapareciste? Daniel comenzó respondiendo que no era una mentira. Al mirar la expresión en la cara de Laura cambio su forma de responder, pero no era simple. Había intentado manejar ambas vidas porque no quería perderla, sabía que sonaba egoísta, pero estaba atrapado. El secuestro había sucedido tal como le contó, sería incapaz de mentirle en eso, explicó Daniel con su voz quebrándose.

Laura se levantó incapaz de contener su ira y el dolor. No podía seguir así. Necesitaba saber quién era realmente Daniel y cuál era su lugar en la vida de él, no podía vivir más en la incertidumbre. Él la miró con desesperación, sabía que Laura había llegado a un límite, le rogó que le diera una oportunidad. Él podía explicarlo todo, esa foto era vieja, aseguró, Claudia la subió a las redes para ocultar su secuestro. Le afirmó que estaba seguro que Claudia había quedado embarazada por su dinero y que él le había ocultado todo esto porque no quería complicar aún más las cosas entre ellos. Laura lo miró con sus ojos llenos de lágrimas, sintiéndose traicionada y pérdida. Necesitaba tiempo para pensar y procesar todo esto. No sabía sí podía perdonarlo, pero necesitaba tiempo para entender lo que sentía y le pidió que se fuera.

Daniel se mostraba comprensivo, volvió a jurarle amor sincero y que haría todo lo posible por arreglar esto. Mientras cerraba la puerta, Laura quedó hundida en sus pensamientos.

 

 

 


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