Los días siguientes fueron un torbellino de emociones para Laura, ella quería construir un futuro con Daniel y estaba dispuesta a esperarlo. Pasaron algunos días sin novedades, entonces lo llamó y quedaron en encontrarse. Él, cuando llegó, tenía el rostro duro, le comentó que había hablado con su esposa, Claudia, sobre la necesidad de formalizar su divorcio y comenzar a vivir por separado, sin embargo, ella se opuso terminantemente. Le contó que una noche, después de una acalorada discusión, Claudia reveló su lado más agresivo. Él, por primera vez, se había dado cuenta de la magnitud del maltrato que sus hijos y él mismo sufrían, Claudia no solo era verbalmente abusiva, sino que también ejercía control y manipulación, usando el miedo y la intimidación como herramientas.
Le
confesó que observó el terror en los ojos de sus hijos, Lucas y Sofía, y supo que
no podía dejarlos con ella. Le afirmó que estaba decidido a protegerlos buscando
ayuda legal para empezar inmediatamente los trámites del divorcio. También había contactado a un terapeuta
familiar para recibir apoyo y que en menos de un mes se iba de la casa con los
chicos. Le pidió que vivieran los cuatro juntos bajo el mismo techo y así
empezar a formar una familia. Laura le aseguró que lo esperaría a que
resolviera sus problemas.
Una
tarde, mientras paseaban, decidió compartir con ella la dura realidad que
estaba enfrentando. La situación con Claudia era peor de lo que imaginaba, ella
maltrataba a los chicos y a él, y, como su familia tenía mucho dinero, además, amenazaba
con que si la dejaba, se llevaba a los chicos y nunca más los volvería a ver. Cuando
terminó de contarle Daniel le pidió más tiempo para dejar a Claudia. Laura lo
miró conmovida y preocupada, no tenía idea por lo que estaba pasando, quería
ayudarlo en todo lo que pudiera y le aseguró que no estaba solo.
Pasó
más de un año y de a poco la vida de Laura se fue llenando de promesas
incumplidas. Su familia y las amigas le pedían que diera vuelta la página, que
rehiciera su vida y, a pesar del amor que sentía por Daniel, ella decidió
terminar la relación. Bloqueo su teléfono para que no pueda llamarla y su mejor
amiga se instaló en su casa para no dejarla sola.
Un día caminaba sola por la calle y ahí estaba Daniel. Ella había terminado la relación, pero no había podido dejar de amarlo. Él le contó que había terminado el juicio con Claudia y estaban legalmente divorciados. El juez le había otorgado la custodia de los chicos a él. Quería pedirle perdón y que vuelvan a estar juntos, por fin podían cumplir el sueño. Te amo Laura, sos todo para mí. Le declaró Daniel conmovido.
Las buenas
noticias provocaron que Laura y Daniel volvieran estar juntos. Pasaron varios
meses y no había cambios. Daniel le contaba como defensa que la familia de
Claudia no abandonaba en su intento de destruirlo. La influencia y recursos que
ostentaban parecían interminables. Se había enterado que comenzaron a tejer una
red de mentiras y manipulaciones sólo para desestabilizarlo.
Una
mañana estaban sentados en una cafetería y Daniel recibió una llamada. Al
cortar le dijo que su abogado le había dicho que Claudia había presentado
nuevas pruebas, alegando que maltrataba a los chicos. Había conseguido
testimonios falsos de antiguos empleados suyos y estaban presionando para una
revisión urgente del caso. Ella exigía que se quede en la casa y deje a Laura,
o perdía a todo. Laura sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que las
acusaciones eran completamente falsas, pero también comprendía el poder de la familia
de Claudia. Daniel, casi llorando, sentía que estaba todo perdido, que sólo no iba
a poder y que cuando Laura se cansara de todo esto y lo abandonara, sería ahí
cuando Claudia lo habría vencido. Laura lo abrazó, le juró que no lo iba a
abandonar. Le aseguró que iba ser una batalla dura, pero no estaba sólo. Lo
amaba, y lo iba esperar lo que tenga que ser.
Pasaron
unas semanas y sin embargo los problemas no se detuvieron ahí. Daniel le
contaba que las mentiras y la influencia de la familia de Claudia habían
empezado a afectar su trabajo de manera directa. Contratos importantes fueron
cancelados sin explicación y varias empresas comenzaron a rechazar hacer
negocios con él. Una tarde, mientras estaba con Laura, Daniel le contó que
había recibido una notificación de las autoridades de bienestar infantil. La
familia de Claudia había logrado que se iniciara una investigación sobre las
condiciones de vida de Lucas y Sofía cuando estaban con él. Laura tomó las manos de Daniel, mirándolo a
los ojos con firmeza le aseguró que iban a superar esto juntos. No iba permitir
que le quiten a sus hijos, ni que destruyan sus vidas. Sabemos la verdad, y
lucharemos con todas nuestras fuerzas. Le afirmó dándole ánimos.
Con
una mezcla de desesperación y determinación Laura comenzó a preparar la defensa
de Daniel. Documentó cada momento positivo y seguro que Lucas y Sofía compartían con su papá,
recogiendo testimonios de maestros, médicos, y amigos cercanos. Trabajó mucho
en reunir todas esas pruebas, sabía que el testimonio de personas cercanas
sería crucial para contrarrestar las mentiras de Claudia, pero el día de la
audiencia para la revisión del caso de custodia nunca llegó.
La
tensión entre ellos era palpable, sin embargo, Laura no lo abandonó. Su amor y
determinación con tantos contratiempos había salido fortalecido. Aunque los
tiempos difíciles puedan parecer interminables, siempre hay luz al final del
túnel, se decía a sí misma.
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