Quinquela Martín

miércoles, 18 de junio de 2025

Un amor sin salida "la fiesta" de Alejandro Nisim Joaquin


En una luminosa noche de verano una gran fiesta se celebraba y la música llenaba cada rincón del jardín. Laura, una joven de veintidós años, llegó a la fiesta con cierta timidez, su mejor amiga la había convencido de asistir prometiéndole una velada inolvidable.  Con un elegante vestido azul se movía entre los invitados con gracia, en medio de la multitud destacó un hombre alto y apuesto, con una sonrisa que deslumbraba, era Daniel, un empresario de treinta años, conocido por su encanto y elegancia. Él, que solía ser el centro de atención en cualquier reunión, se sentía esta vez un poco aburrido hasta que sus ojos se posaron en Laura. 

Observándola desde lejos quedó fascinado por su natural belleza y la forma en que sus ojos brillaban, decidido a conocerla se acercó con una copa de vino en la mano. La saludo con voz suave logrando captar su atención, ella, un poco sorprendida por el gesto aceptó la copa con una sonrisa tímida. Ambos comenzaron a conversar, Daniel le habló de sus viajes y sus pasiones, mientras que Laura le contó sobre sus estudios y su amor por la literatura. A medida que avanzaba la noche la conversación fluía con naturalidad y la risa compartida se convirtió en el sonido predominante entre ellos. La música y el bullicio de la fiesta parecían desvanecerse, dejándolos en su propio mundo. En un momento él le pidió que bailaran y se los vio levemente abrazados moviéndose al compás de una melodía suave, sintiendo cómo una chispa nacía entre ellos. Al final de la noche, cuando los invitados comenzaban a despedirse ambos sabían que esa velada había marcado el inicio de algo especial. Daniel, sosteniendo suavemente su mano le pidió verse nuevamente. Ella respondió con una sonrisa que reflejaba la promesa de nuevos encuentros.

Pasaron un par de días desde aquella noche en la fiesta y Laura no podía evitar recordar cada momento que había compartido con Daniel, se sorprendía a sí misma sonriendo sin motivo aparente, rememorando la calidez de su conversación y la ternura de su mirada. Una tarde, mientras leía un libro en su habitación, el teléfono sonó sacándola de su ensueño. Con una mezcla de nervios y expectativa contestó, era Daniel, su corazón dio un vuelco. Su voz tan segura y serena parecía traer consigo la misma magia que habían compartido en la fiesta. Él le contó que estuvo pensando en la conversación que tuvieron y en lo bien que la habían pasado. Le preguntó si le gustaría verse ese fin de semana. Laura sintió una ola de felicidad recorrer su cuerpo, la idea de volver a verlo la emocionaba profundamente, respondió que sí inmediatamente, sin poder ocultar su alegría.

El resto de la semana pasó volando para Laura, que no podía dejar de pensar en la cita, llegó el viernes, y con él, el anticipo de una noche especial. Se preparó con cuidado eligiendo un vestido que resaltaba su elegancia natural y dejando su cabello suelto, como a Daniel le había gustado en la fiesta. A las siete en punto él llegó a su casa, cuando ella salió, Daniel la recibió con una sonrisa, entregándole una flor en la mano y le dijo lo hermosa que era, mientras Laura sentía cómo sus mejillas se sonrojaban. La cena fue maravillosa, la conversación fluyó tan fácilmente como aquella primera vez, y ambos se dieron cuenta que sus sentimientos habían crecido en estos pocos días. Después de la cena caminaron por un parque cercano, Daniel tomó suavemente la mano de Laura y ella sintió un calor reconfortante que la hizo sonreír. Él le explicaba que desde la fiesta no había podido dejar de pensar en ella, sentía que había algo especial entre ellos, algo que no quería perder. Le contó deteniéndose para mirarla a los ojos.

Se miraron en silencio por un momento, sintiendo la conexión profunda que los unía. Daniel, con suavidad, acercó su rostro al de Laura y la besó tiernamente. La noche continuó, pero para Laura ese beso marcó el inicio de una nueva etapa en su historia.

 

Un amor sin salida "un secreto" de Alejandro Nisim Joaquin

 

Pasaron varias semanas desde aquella primera cita y la relación florecía. Cada encuentro estaba lleno de risas, conversaciones profundas, proyectos y una pasión encendida.  Sin embargo, Laura sospechaba que algo no estaba bien, él nunca se quedaba a dormir. En algún momento de la noche se vestía y se iba, a pesar de los pedidos de Laura, él se marchaba sin dar más explicaciones. Ella sentía que Daniel guardaba un secreto que tendría que revelar.

Una tarde, mientras paseaban, Laura le dijo que antes de seguir comprometiéndose en la relación, era el momento adecuado para que le dijera porque nunca pasaban unas noches juntos. La pregunta provocó un ambiente cargado. Deteniéndose y tomándola de las manos Daniel le dijo que había algo importante que necesitaba decirle. Laura lo miró con curiosidad y un poco de preocupación, quería saber que estaba pasando. Daniel respiró hondo, sabiendo que sus siguientes palabras podrían cambiar todo entre ellos. Empezó diciendo que antes de conocerla su vida era bastante complicada, estaba viviendo con su esposa, pero estaban separados desde hace más de un año. Habían intentado solucionar las cosas pero ya no había amor entre ellos, solo seguían compartiendo la casa por razones prácticas y para no alterar demasiado la vida de sus hijos.

Laura sintió un nudo en el estómago, la noticia la tomó por sorpresa y necesitó unos segundos para procesarla, trataba de mantenerse calma, pero sin ocultar su ira le preguntó porque no se lo había dicho antes. Daniel le respondió que no quería ocultárselo, simplemente no sabía cómo decirlo sin arruinar lo que tenían, ella significaba mucho para él y se lo contaba porque no podía seguir esta relación sin ser honesto con ella. Laura, muy alterada, le preguntó hasta cuando iban a seguir así, sin contarle la verdad, miró a Daniel a los ojos buscando la sinceridad en su mirada, sabía que sus sentimientos por él eran fuertes, pero también entendía que esta revelación complicaba las cosas. Él permaneció callado mientras ella le decía que apreciaba mucho que se lo haya contado, pero que esto cambiaba todo y necesitaba tiempo para pensar. Daniel aceptó, solo quería que supiera que la amaba y que estaba dispuesto a hacer lo que sea necesario para estar con ella, de la manera correcta.

Laura se apartó necesitando espacio para reflexionar, los días que siguieron fueron difíciles. Ella se debatía entre sus sentimientos por Daniel y lo complicado de su situación. Finalmente decidió hablar con su mejor amiga, quien siempre había sido su consejera y confidente. Le confesó que no sabía qué hacer, amaba a Daniel, pero su situación era muy complicada ¿Cómo podía estar con él, sabiendo que aún vivía con su esposa, aunque estén separados? Le preguntó con lágrimas en los ojos. Su amiga la abrazó dándole consuelo, el amor nunca es fácil, le dijo, pero si sentís que él es sincero y que realmente quiere estar con vos, tal vez valga la pena intentarlo. Solo asegúrate de que esté dispuesto a solucionar su situación antes de que puedan seguir adelante.

Con el consejo de su amiga en mente, Laura decidió que necesitaba hablar con Daniel una vez más. Lo citó en un café tranquilo, dispuesta a expresar sus sentimientos y preocupaciones. Cuando se encontraron ella abrió su corazón, lo amaba, pero no podía estar con él mientras siguiera viviendo con su esposa Necesitaba saber que él, estaba dispuesto a dar ese paso, y resolver la situación antes de que pudieran seguir adelante. Daniel tomó su mano, mirándola con determinación le aseguró que ella era lo más importante de su vida. Estaba dispuesto a tomar las decisiones necesarias. No dudó en afirmarle que  hablaría con su esposa para que ellos pudieran estar juntos de la manera que se merecían. Laura sintió una mezcla de alivio y esperanza, sabía que no iba a ser fácil, pero con la promesa de Daniel decidió darle una oportunidad a su amor, confiando en que juntos podrían superarlo.

Un amor sin salida "necesito más tiempo" de Alejandro Nisim Joaquin

 

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones para Laura, ella quería construir un futuro con Daniel y estaba dispuesta a esperarlo. Pasaron algunos días sin novedades, entonces lo llamó y quedaron en encontrarse. Él, cuando llegó, tenía el rostro duro, le comentó que había hablado con su esposa, Claudia, sobre la necesidad de formalizar su divorcio y comenzar a vivir por separado, sin embargo, ella se opuso terminantemente. Le contó que una noche, después de una acalorada discusión, Claudia reveló su lado más agresivo. Él, por primera vez, se había dado cuenta de la magnitud del maltrato que sus hijos y él mismo sufrían, Claudia no solo era verbalmente abusiva, sino que también ejercía control y manipulación, usando el miedo y la intimidación como herramientas.

Le confesó que observó el terror en los ojos de sus hijos, Lucas y Sofía, y supo que no podía dejarlos con ella. Le afirmó que estaba decidido a protegerlos buscando ayuda legal para empezar inmediatamente los trámites del divorcio.  También había contactado a un terapeuta familiar para recibir apoyo y que en menos de un mes se iba de la casa con los chicos. Le pidió que vivieran los cuatro juntos bajo el mismo techo y así empezar a formar una familia. Laura le aseguró que lo esperaría a que resolviera sus problemas.

Una tarde, mientras paseaban, decidió compartir con ella la dura realidad que estaba enfrentando. La situación con Claudia era peor de lo que imaginaba, ella maltrataba a los chicos y a él, y, como su familia tenía mucho dinero, además, amenazaba con que si la dejaba, se llevaba a los chicos y nunca más los volvería a ver. Cuando terminó de contarle Daniel le pidió más tiempo para dejar a Claudia. Laura lo miró conmovida y preocupada, no tenía idea por lo que estaba pasando, quería ayudarlo en todo lo que pudiera y le aseguró que no estaba solo.

Pasó más de un año y de a poco la vida de Laura se fue llenando de promesas incumplidas. Su familia y las amigas le pedían que diera vuelta la página, que rehiciera su vida y, a pesar del amor que sentía por Daniel, ella decidió terminar la relación. Bloqueo su teléfono para que no pueda llamarla y su mejor amiga se instaló en su casa para no dejarla sola.

Un día caminaba sola por la calle y ahí estaba Daniel. Ella había terminado la relación, pero no había podido dejar de amarlo. Él le contó que había terminado el juicio con Claudia y estaban legalmente divorciados. El juez le había otorgado la custodia de los chicos a él. Quería pedirle perdón y que vuelvan a estar juntos, por fin podían cumplir el sueño. Te amo Laura, sos todo para mí. Le declaró Daniel conmovido.

Las buenas noticias provocaron que Laura y Daniel volvieran estar juntos. Pasaron varios meses y no había cambios. Daniel le contaba como defensa que la familia de Claudia no abandonaba en su intento de destruirlo. La influencia y recursos que ostentaban parecían interminables. Se había enterado que comenzaron a tejer una red de mentiras y manipulaciones sólo para desestabilizarlo.

Una mañana estaban sentados en una cafetería y Daniel recibió una llamada. Al cortar le dijo que su abogado le había dicho que Claudia había presentado nuevas pruebas, alegando que maltrataba a los chicos. Había conseguido testimonios falsos de antiguos empleados suyos y estaban presionando para una revisión urgente del caso. Ella exigía que se quede en la casa y deje a Laura, o perdía a todo. Laura sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que las acusaciones eran completamente falsas, pero también comprendía el poder de la familia de Claudia. Daniel, casi llorando, sentía que estaba todo perdido, que sólo no iba a poder y que cuando Laura se cansara de todo esto y lo abandonara, sería ahí cuando Claudia lo habría vencido. Laura lo abrazó, le juró que no lo iba a abandonar. Le aseguró que iba ser una batalla dura, pero no estaba sólo. Lo amaba, y lo iba esperar lo que tenga que ser.

Pasaron unas semanas y sin embargo los problemas no se detuvieron ahí. Daniel le contaba que las mentiras y la influencia de la familia de Claudia habían empezado a afectar su trabajo de manera directa. Contratos importantes fueron cancelados sin explicación y varias empresas comenzaron a rechazar hacer negocios con él. Una tarde, mientras estaba con Laura, Daniel le contó que había recibido una notificación de las autoridades de bienestar infantil. La familia de Claudia había logrado que se iniciara una investigación sobre las condiciones de vida de Lucas y Sofía cuando estaban con él.  Laura tomó las manos de Daniel, mirándolo a los ojos con firmeza le aseguró que iban a superar esto juntos. No iba permitir que le quiten a sus hijos, ni que destruyan sus vidas. Sabemos la verdad, y lucharemos con todas nuestras fuerzas. Le afirmó dándole ánimos.

Con una mezcla de desesperación y determinación Laura comenzó a preparar la defensa de Daniel. Documentó cada momento positivo y seguro que  Lucas y Sofía compartían con su papá, recogiendo testimonios de maestros, médicos, y amigos cercanos. Trabajó mucho en reunir todas esas pruebas, sabía que el testimonio de personas cercanas sería crucial para contrarrestar las mentiras de Claudia, pero el día de la audiencia para la revisión del caso de custodia nunca llegó.

La tensión entre ellos era palpable, sin embargo, Laura no lo abandonó. Su amor y determinación con tantos contratiempos había salido fortalecido. Aunque los tiempos difíciles puedan parecer interminables, siempre hay luz al final del túnel, se decía a sí misma.

 

Un amor sin salida "por el bienestar de sus hijos" de Alejandro Nisim Joaquin

 

Una mañana Laura recibió una llamada de Daniel, lo escuchaba sintiendo una creciente inquietud en su interior. Él le contaba que hacía unos días había recibido una visita inesperada en su trabajo, un abogado de la familia de Claudia había ido a verlo mostrándole una serie de documentos y le dejó en claro que, si no se olvidaba del divorcio, ellos iban usar todo su poder para destruirlo. Él no le había dado importancia, por eso no le había dicho nada, pero el acoso había alcanzado su punto máximo. Utilizando todas sus conexiones y recursos lograron lo impensable, sus cuentas bancarias fueron congeladas, y lo más devastador, el Tribunal dictaminó que la custodia de Lucas y Sofía debía ser compartida, obligándolo a no abandonar la casa con Claudia para garantizar un entorno familiar para los niños.

Laura sorprendida le preguntó sí podían hacer eso, sí podían obligarlo a vivir con una mujer que había dejado de amar. Él le aseguró que no, pero que si no lo hacía  le daban la custodia definitiva de los chicos a Claudia y conociéndola, los iba a perder para siempre. Laura sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. No podía creer lo que estaba escuchando, estaban amenazándolo con quitarle todo si dejaba a Claudia. Daniel no paraba de hablar, le repetía que las conexiones y recursos de su familia eran inmensos y temía que pudieran llevar a cabo sus amenazas. Laura se quedó en silencio, procesando la magnitud de la situación, finalmente le pidió a Daniel que corte la llamada y vaya a su casa para hablar personalmente y pensar algo juntos.

Cuando Daniel llegó, ella tomó su mano y lo miró con determinación. Le dijo que no podían ceder ante las amenazas, no podían dejar que los controlen con miedo. Le suplicó que no se vaya, que no la abandone, le aseguró que, sí se olvidada de los sueños que tenían juntos, ellos habrían ganado, y los chicos y él vivirán bajo el control y manipulación de Claudia para siempre. Daniel la miró, no quería perderla, no quería que ellos ganen, pero tenía que pensar en el bienestar de Lucas y Sofía. No podía permitir que sufran más. Laura respiró hondo, tratando de mantener la calma, lo sabía, pero insistía en que juntos iban a encontrar una solución. Le repetía que no estaba solo, que lo amaba, finalmente le suplico que no la deje.

Daniel le hablaba con su voz quebrada por la emoción mientras la abrazaba, estaba destrozado, pero no podía soportar la idea de perder a Lucas y a Sofía. Tenía que seguir viviendo con Claudia, pero no quería perderla. Laura lo escuchó con sus ojos llenos de lágrimas, pero también de comprensión. Sabía que Daniel estaba tomando esta decisión por el bienestar de sus hijos, aunque le rompiera el corazón. No podía imaginar lo difícil que debía ser para él. No quería que siguiera viviendo con Claudia, pero entendía que estaba haciendo esto por sus hijos, Daniel no podía soportar la idea de perderla, sabía que era pedir demasiado, pero necesitaba seguir viéndola, aunque sea a escondidas.

Laura intentó calmar el ímpetu de sus emociones. Sabía que su amor por Daniel era profundo y verdadero y que quería estar con él a pesar de todo. Aceptaba la situación, si esto es lo que necesitaba Daniel para estar con sus hijos. Lo apoyó buscando una manera de mantenerse unidos, aunque sea complicado. Con el corazón lleno de dolor, pero también de esperanza, se despidieron esa noche prometiéndose amor y apoyo mutuo, sin importar las circunstancias.

A pesar de las dificultades, Laura y Daniel continuaron viéndose en secreto. Ella sentía que hacía todo el esfuerzo para llevar adelante la relación, dándole a Daniel la fuerza necesaria para soportar la situación en la que se encontraba.

Un amor sin salida "el cumpleaños de Laura" de Alejandro Nisim Joaquin

 

El día del cumpleaños de Laura llegó con una mezcla de emociones para ambos. A pesar de todos los desafíos que habían enfrentado juntos, decidieron celebrar ese día especial con amigos cercanos y familiares. Ella había invitado a Daniel a unirse a la celebración con sus hijos, para que pudieran compartir juntos ese momento especial. Se iban a presentar como compañeros de trabajo para no provocar confusiones en los chicos. Esa tarde ella esperaba ansiosamente en su casa, rodeada de amigos y decoraciones festivas, la presencia de Daniel y sus hijos, sabiendo que sería un momento significativo para ellos. Sin embargo, cuando la puerta finalmente se abrió y Daniel entró, Laura notó de inmediato que algo no estaba bien, había llegado solo.

Ella con preocupación le preguntó por los chicos. Daniel bajó la mirada incapaz de enfrentar su decepción. Se disculpó porque Claudia no le había permitido traer a sus hijos. Tenía planes familiares y no podían venir.  Laura sintió como si le hubieran arrancado el corazón, había esperado tanto compartir ese día con Daniel y sus hijos, solo para enfrentarse a otra muestra de la influencia y el control que Claudia tenía sobre su vida. Le preguntó si no había podido hacer algo para traerlos. Daniel suspiró sintiéndose impotente, lo había intentado, pero Claudia era firme en sus decisiones, especialmente cuando se trataba de sus hijos y él no quiso causar más problemas.

Laura se esforzó por mantenerse fuerte frente a sus invitados, pero el dolor y la frustración la abrumaban, sabía que Daniel estaba atrapado en una situación difícil, pero no podía evitar sentirse herida por la falta de apoyo en un momento tan importante. A medida que avanzaba la noche, Laura intentó disfrutar de la celebración, aunque su corazón estaba roto. Cuando llegó el momento de despedirse, Daniel se acercó a ella con una expresión de pesar en su rostro. Lo sentía mucho y le hubiera gustado poder quedarse más tiempo, pero tenía que volver a su casa, Claudia esperaba que regrese antes de que sea demasiado tarde. Laura, sintiendo un nudo en la garganta, le agradeció la visita a pesar de todo, solo deseaba que las cosas fueran diferentes. Daniel la abrazó con ternura, sintiendo el peso de la distancia entre ellos. Le prometió que pronto cambiarían las cosas, porque no podía soportar verla así.

Después de despedirse, con un beso en la mejilla, Daniel se fue dejando a Laura llena de preguntas y emociones encontradas. En los días siguientes, ella se tomó tiempo para reflexionar sobre el futuro de su relación con Daniel, mientras Claudia seguía siendo una presencia constante y perturbadora en sus vidas. Laura se encontraba cada vez más atrapada entre su amor por Daniel y la presión de su familia y amigas, quienes no entendían por qué continuaba luchando por una relación tan complicada.

Una tarde, Laura recibió la visita de su madre y algunas de sus amigas más cercanas, se sentaron en la sala mirándola con expresiones de preocupación y frustración. Su madre estaba muy preocupada por ella, le decía que su relación con Daniel le estaba causando más dolor que felicidad. No entendía por qué seguía  aferrada a él, especialmente después de todo lo que había pasado. Las amigas de Laura asintieron, añadiendo sus propias preocupaciones y opiniones, le explicaban que debía reconsiderar su relación con Daniel. No era saludable seguir en esto, le dijo una de ellas, con tono comprensivo pero firme.

Laura las miró sintiendo una mezcla de emociones, sabía que venían de un lugar de preocupación y amor por ella, pero también sentía que nadie comprendía realmente la complejidad de su relación con Daniel. Sin poder contener su enojo, Laura entendió sus preocupaciones, pero amaba a Daniel y él estaba pasando por momentos difíciles y necesitaba su apoyo más que nunca, les explicó.

Su madre suspiró frustrada, entendía  que amaba a Daniel, pero ¿a qué costo? No podía seguir viéndola sufrir de esa manera, le pidió que pensara en su propio bienestar también. La conversación se intensificó a medida que las emociones fluían y los argumentos se volvían cada vez más acalorados. Laura se encontraba defendiendo su amor por Daniel con todas sus fuerzas, enfrentando las críticas y las advertencias de aquellas que más le importaban, hasta que finalmente exclamó ¡No entienden!, la situación era difícil, pero no podía simplemente dejarlo en este momento y no lo iba hacer.

Las palabras de Laura resonaron en la habitación, llenas de determinación y con una pizca de desafío. Su madre y sus amigas se quedaron en silencio, reflexionando sobre sus palabras y la fuerza con la que las había expresado. Después de un momento de tensa quietud, Laura continuó buscando un entendimiento, confíen en mí, sabía que no podían entender completamente su decisión, pero estaba haciendo lo que sentía correcto para ella. Finalmente les pidió apoyo, ahora más que nunca. Hubo un momento de reflexión antes de que su madre finalmente hablara, suavizando su expresión. No podían prometerle que iban estar de acuerdo con todo lo que ella decidiera, pero le aseguró que siempre iban estar ahí para ella. Si es lo que sentía en su corazón, entonces harían su mejor esfuerzo para apoyarla.

Las amigas de Laura afirmaron lo dicho por la madre y expresaron su preocupación y amor de una manera más comprensiva, se disculparon si habían parecido demasiado duras, solo querían lo mejor para ella.

 

 

Un amor sin salida "el préstamo" de Alejandro Nisim Joaquin

 

A pesar de todos los desafíos que habían enfrentado juntos, parecía que las dificultades nunca terminaban. Una tarde Daniel llegó a la casa de Laura con una expresión de desesperación que ella no había visto en mucho tiempo, mientras entraba lo miró, sintiendo una punzada de preocupación. Él se sentó frente a ella, tomó aire y comenzó a explicarle que debido a las continuas manipulaciones de la familia de Claudia, había perdido un negocio muy importante. Ellos habían saboteado el acuerdo, y ahora los inversores lo estaban acusando de fraude. Tenía que devolver el dinero en diez días, sino, iban a presentar cargos en su contra por estafa. Necesitaba una suma de dinero considerable para evitar ir a la cárcel.

Laura lo miró con una mezcla de incredulidad y compasión, sabía que Daniel había estado luchando contra la influencia de Claudia y su familia desde hace mucho tiempo, pero esto parecía una situación aún más grave. Le preguntó cuánto dinero necesitaba, Daniel tragó saliva y mirándola a los ojos le dijo cien mil dólares, que era una cantidad enorme y no quería ponerla en esa situación, pero no tenía a quién más recurrir. Ella se quedó en silencio, procesando la magnitud de la situación. Daniel estaba desesperado y había hecho todo lo posible para mantenerse a flote. Si conseguir ese dinero significaba evitar que Daniel vaya a la cárcel y proteger su amor, entonces Laura haría lo necesario para conseguirlo. Él la miró con profunda gratitud y alivio, no sabía cómo agradecérselo. Le prometió que encontraría la manera de devolverle el dinero, no iba permitir que saliera perjudicada por esto.

Laura, aunque en su interior sabía que conseguir esa suma de dinero no sería fácil, decidió no pensar en las dificultades y concentrarse en ayudarlo. Durante los siguientes días trabajó incansablemente para reunir el dinero, vendió algunas de sus pertenencias valiosas, pidió préstamos a amigos cercanos y familiares, e incluso habló con su jefe para obtener un adelanto significativo de su salario. La cantidad que necesitaba aún parecía inalcanzable, pero no estaba dispuesta a rendirse. Finalmente, a solo un día del plazo, su mejor amiga le prestó una considerable suma, lo suficiente para conseguir los cien mil dólares.

Con el corazón acelerado fue en busca de Daniel,  esperaba que entregándole el dinero solucione el problema y pudiera volver a encaminar su vida. Él la abrazó con fuerza y con sus ojos llenos de lágrimas de agradecimiento. Le prometió que haría todo lo posible para solucionar la situación y devolverte cada centavo. Con el dinero en mano Daniel se retiró.

Pasaron varios meses y la tensión en la vida de Laura seguía aumentando, a pesar de su amor por Daniel, las dificultades financieras y las promesas incumplidas comenzaron a pesar en su relación. Una tarde, su mejor amiga la llamó para pedirle que se encontraran en una cafetería cercana. Cuando Laura llegó, su amiga la esperaba con una expresión seria, se saludaron y se sentaron, Mónica fue directa al grano, necesitaba hablar sobre el dinero que le había prestado para ayudar a Daniel. Habían pasado varios meses y aún no había recibido ni un centavo de vuelta, entendía la situación difícil que estaban pasando, pero necesitaba esos dólares de regreso. Laura sintió una sensación de culpabilidad y preocupación. Sabía que Mónica tenía razón, pero también estaba consciente de las dificultades que Daniel estaba enfrentando, sin embargo decidió afrontar la situación con honestidad, entendía completamente la preocupación de su amiga y lamentaba mucho que esto haya tomado tanto tiempo. Había hablado con Daniel al respecto y le aseguró que devolvería el dinero pronto. Tuvo algunos problemas con sus negocios, pero estaba segura de que cumplirá con su promesa. Mónica la miró con decepción, Laura era su mejor amiga y confiaba en ella, pero demandaba que entendiera que ella también tenía sus propios problemas financieros, no podía esperar indefinidamente y necesitaba ese dinero lo antes posible, Laura accedió, sintiendo la presión y la responsabilidad de resolver la situación.  

Esa noche decidió enfrentar a Daniel de manera más firme. Cuando llegó, Laura lo esperaba en la sala con el rostro serio. Le contó la charla que había tenido con Mónica, necesitaban devolverle esos dólares de inmediato, no podía seguir dándole excusas. Daniel suspiró y se pasó la mano por el cabello, visiblemente agobiado, no anduvo con vueltas,  no podía devolver el dinero. Laura lo miró en silencio, esperando que continuara, Daniel le contó que sus negocios no estaban yendo bien, había intentado todo lo posible, pero no era suficiente, estaba en un punto que si vendiera toda su cartera de acciones no cubriría ni el 10% de la deuda, apenas podía mantenerse a flote. Laura entendía que estuviera pasando por un mal momento, pero Mónica necesita su dinero ahora, no podía seguir postergando esto, tenían que encontrar la manera de devolvérselo, incluso si eso significaba vender algunas de sus cosas o pedir ayuda a alguien más. Daniel le recordó que no era alguien que evitaba sus responsabilidades, la situación del dinero de Mónica lo dejaba abrumado por la culpa y la impotencia, había pensado en mil formas de conseguirlo, pero todas son imposibles ahora mismo. No quería perder a Laura por esto, pero ahora no podía devolverlo. Lo único que se le ocurrió es si ella pudiera tomar una hipoteca por su departamento, así le devolverían los dólares a su amiga y él se lo iría pagando en cuotas.

Laura no lo quería presionar, tomó una hipoteca por su departamento y le devolvió el dinero a Mónica, además Daniel se lo iría pagando en cuotas. No iba ser fácil para ninguno, pero prefería eso a perder a Mónica y darle más tensión a su vida.


Un amor sin salida "el secuestro" de Alejandro Nisim Joaquin

Los días continuaron con relativa tranquilidad.  Una mañana Daniel le avisó que tenía que atender unos asuntos urgentes. Pasaron horas y luego días sin noticias de él. Laura al principio trató de mantenerse calmada, pensando que quizás estaba ocupado resolviendo alguna complicación, pero a medida que los días se convirtieron en semanas, su preocupación se transformó en desesperación. Intentó llamarlo innumerables veces, pero su teléfono estaba apagado. Visitó los lugares que solía frecuentar, pero nadie lo había visto. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo alarmante, en todo el tiempo que habían estado juntos, ella no sabía la dirección exacta de la casa donde vivía con Claudia y sus hijos. Esta revelación la dejó perpleja. Desesperada, incluso consideró en ir a la policía, pero temía las repercusiones dada la influencia de la familia de Claudia. Finalmente, pasadas las tres semanas, Daniel apareció en la puerta de su casa, demacrado y visiblemente agotado.

Con la alegría de verlo nuevamente lo abrazó lo más fuerte que pudo, preguntándole donde había estado. Ella le contó de su preocupación, de los días que pasaron sin tener noticias de él, sin saber qué hacer para no empeorar la situación con la familia de Claudia. Daniel la sostuvo y notó que el cuerpo de Laura temblaba. Se disculpaba por la falta de noticias en tantos días, pero la familia de Claudia lo había retenido en un lugar remoto y lo mantuvieron ahí, querían que firmara unos documentos que podrían perjudicarlo y hacer que perdiera cualquier derecho sobre sus hijos. Lo amenazaron con lastimarla a Laura si no lo hacía. Le confesó que no podía arriesgarse a que le hicieran algo a ella y firmó los papeles que le dieron sin dejar que los pudiera leer.

Laura lo miraba tratando de procesar lo que estaba escuchando, no podía salir de su asombro, la familia de Claudia lo había secuestrado, lo habían obligado a firmar documentos bajo coacción sin que pudiera leerlos con la amenaza de lastimarla. Daniel asintió con los ojos llenos de cansancio, le afirmó que prácticamente lo habían secuestrado. Querían que firmara unos papeles que lo obligaban a renunciar a cualquier reclamo financiero y a la custodia de sus hijos, todo a cambio de la seguridad de ella. Él no podía dejar que la familia de Claudia la lastimara y finalmente firmó para ganar tiempo y encontrar una manera de revertir eso legalmente.

Laura sintió una mezcla de alivio y angustia. Alivio porque Daniel estaba a salvo y de vuelta, pero angustia por el peligro en el que se encontraban. Necesitaban ayuda, un abogado que pudiera protegerlos y deshacer cualquier cosa que Daniel haya firmado bajo coacción. No podían dejar que la familia de Claudia siga controlando sus vidas. Daniel le dio la razón, ya no podían manejar esto solos, había que encontrar un abogado y comenzar a luchar de manera más estructurada. Estaba cansado de vivir con miedo y de poner en riesgo a las personas que amaba.

Pasados unos días Daniel llegó a la casa de Laura más tarde de lo habitual, visiblemente cansado después de un largo día. Ella lo esperaba en la sala, sentada en el sofá con el teléfono celular en la mano y una expresión de enojo. Un amigo le había mostrado una foto en redes sociales donde se lo veía a Daniel, en un centro comercial, abrazado a una mujer y con dos chicos. En el comentario de la foto se leía “Daniel, Claudia, Lucas y Sofía juntos para siempre” y un “me gusta” de Daniel. Al ver la foto se quedó paralizado, con su rostro palideciendo mientras procesaba lo que Laura le acababa de mostrar. Se sentó lentamente en una silla frente a ella, respirando profundamente antes de hablar. Podía explicarlo, era una foto vieja. Laura le acercó el celular y mientras le mostraba la foto le remarcaba que había sido subida hace 20 días, justo en el momento que él supuestamente había sido secuestrado. Los ojos de Daniel delataban el nerviosismo que sentía. Le contestó que era complicado, pero que  podía explicarlo. La voz de Laura temblaba mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Le exigía explicaciones. Las preguntas de Laura se acumulaban ¿Complicado cómo? ¿Me has estado mintiendo todo este tiempo? ¿La seguís amando? ¿Era mentira que te secuestraron? Daniel no daba respuestas. Él cerró los ojos por un momento, como si intentara reunir valor y apenas audible le contestó que era una situación complicada y nunca supo cómo decírselo sin lastimarla.

Laura lo miró incrédula. No podía calmarse y las preguntas salían de su boca, una tras otra ¿Pensabas que esconderlo era la mejor opción? ¿Cuánto tiempo más planeabas seguir con esta mentira? ¿Estuviste con tu familia esos días que desapareciste? Daniel comenzó respondiendo que no era una mentira. Al mirar la expresión en la cara de Laura cambio su forma de responder, pero no era simple. Había intentado manejar ambas vidas porque no quería perderla, sabía que sonaba egoísta, pero estaba atrapado. El secuestro había sucedido tal como le contó, sería incapaz de mentirle en eso, explicó Daniel con su voz quebrándose.

Laura se levantó incapaz de contener su ira y el dolor. No podía seguir así. Necesitaba saber quién era realmente Daniel y cuál era su lugar en la vida de él, no podía vivir más en la incertidumbre. Él la miró con desesperación, sabía que Laura había llegado a un límite, le rogó que le diera una oportunidad. Él podía explicarlo todo, esa foto era vieja, aseguró, Claudia la subió a las redes para ocultar su secuestro. Le afirmó que estaba seguro que Claudia había quedado embarazada por su dinero y que él le había ocultado todo esto porque no quería complicar aún más las cosas entre ellos. Laura lo miró con sus ojos llenos de lágrimas, sintiéndose traicionada y pérdida. Necesitaba tiempo para pensar y procesar todo esto. No sabía sí podía perdonarlo, pero necesitaba tiempo para entender lo que sentía y le pidió que se fuera.

Daniel se mostraba comprensivo, volvió a jurarle amor sincero y que haría todo lo posible por arreglar esto. Mientras cerraba la puerta, Laura quedó hundida en sus pensamientos.

 

 

 


Un amor sin salida "Ella necesitaba seguir con su vida" de Alejandro Nisim Joaquin

 

Laura había estado lidiando con emociones encontradas, seguía enamorada de Daniel, pero también estaba furiosa por las manipulaciones y las mentiras que rodeaban su relación. Una noche, después que las cosas se calmaron un poco, decidió que era hora de aclarar todo, de una vez por todas. Se sentó frente a Daniel, quien parecía estar en sus propios pensamientos, y mirándolo directamente a los ojos le confesó que no podía seguir ignorando las cosas que estaban sucediendo. Le aclaró que no estaba enojada, estaba decepcionada.

Daniel bajó los ojos, incapaz de sostener su mirada, se excusó diciéndole que había sentido miedo y no podía soportar la idea de perderla. Laura sintió un nudo en la garganta, a pesar del dolor y la traición que sentía, también entendía las razones detrás de las mentiras de Daniel. Sin embargo, sabía que debía enfrentar la realidad de su situación No podían seguir juntos, necesitaba un tiempo alejados, estaba decidida y hablaba con determinación. Él  la miró fijamente como nunca lo había hecho antes y en forma violenta le aseguró que eso nunca iba a pasar, que se lo saque de la cabeza, que por unos celos estúpidos no iba a permitir que ella se aleje. El ambiente se puso tenso y cargado de emociones, esa reacción de Daniel no se la esperaba y Laura sospechaba que había algo más que le ocultaba.

A pesar del dolor que le causaba, Laura echó a Daniel de su casa y le dijo que nunca más volviera, habían terminado definitivamente y para siempre. Después de la ruptura Laura intentó seguir adelante con su vida, enfocándose en recuperarse emocionalmente y reajustarse a su nueva realidad sin él. Sin embargo, su mundo se sacudió nuevamente cuando recibió una llamada inesperada. El teléfono sonó mientras Laura estaba ocupada en la cocina preparando algo para cenar. Al ver el nombre de Daniel en la pantalla, su corazón dio un vuelco. Dudó un momento antes de contestar, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprehensión. Respondió la llamada con cautela.

Daniel necesitaba que lo escuchara, sabía que todo había sido muy difícil, había pensado mucho en lo que hablaron y le pidió, por última vez, tiempo para solucionar las cosas. Laura frunció el ceño, sintiéndose confundida por sus palabras ¿Tiempo? ¿Tiempo para qué?, respondió. Daniel le contaba que quería divorciase de Claudia, pero necesitaba tiempo para hacer las cosas bien, para asegurarse que los chicos estén bien y que todo esté en orden antes de dar ese paso. Laura se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Sabía que una parte de ella todavía anhelaba una solución diferente, pero también sabía lo complicado que sería confiar en las promesas de Daniel después de tantas decepciones. Lo sentía mucho, pero no podía seguir esperando en el limbo mientras Daniel decidía que hacer. Ella necesitaba seguir adelante con su vida, hubo otro momento de silencio, Daniel se mostraba comprensivo y antes de cortar la comunicación le juró que la iba amar por el resto de su vida.

Después de la conversación tensa y emotiva Laura se quedó de pie en la cocina, mirando el teléfono en su mano con una mezcla de dolor y alivio. Sabía que había tomado la decisión correcta al no dejar que Daniel la mantuviera en un estado de espera indefinido. Ahora, más que nunca, estaba decidida a seguir adelante con su vida y encontrar la felicidad que merecía. Daniel se sentó en silencio en su departamento, tratando de procesar todo lo que había sucedido. Laura había tomado su decisión y él no podía evitarlo.

Pasaron unos días y decidido a recuperarla marcó el número de ella sintiendo un nudo en la garganta mientras esperaba que respondiera. La voz de Laura sonó al otro lado de la línea, Daniel respiró profundamente antes de contarle que Claudia se había ido de la casa, lo había dejado a él y a los chicos. Hubo un breve silencio antes de que Laura respondiera con un tono lleno de sorpresa y confusión sin poder ocultar su asombro. Daniel suspiró, sintiendo la necesidad de explicarse completamente, le contó que luego de su última llamada él tomo fuerzas y emprendió las acciones para el divorcio. Claudia, acorralada al ver que él ya no la amaba, que los chicos preferían la compañía de su padre y que las amenazas ya no lo inmovilizaban, le dijo que necesitaba un tiempo para reflexionar sobre la relación. Finalmente admitió que ya no podían continuar juntos. Dijo que necesitaba espacio para encontrar su propia felicidad y que los chicos estarían mejor sin ella en sus vidas. Claudia, antes de irse, había dejado cosas que ya no quería usar más y le había pedido a Daniel que se desasiera de ellas. Él le pidió a Laura que lo ayudara con eso, era mucho y sólo no podía.

Laura escuchó en silencio, procesando las palabras de Daniel. A pesar de todo lo que había pasado entre ellos, no pudo evitar sentir compasión por él y los chicos. Después de unos momentos de silencio incómodo, ella decidió abordar el tema directamente. Esto cambiaba las cosas, pero ella necesitaba tiempo para pensarlo, no podía prometerle nada. Después de la llamada la mente de Laura estaba llena de pensamientos encontrados, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, la noticia la impactó profundamente y con cierta indecisión, decidió que lo correcto era ir a la casa de Daniel para ayudarlo. Se subió a su camioneta y se dirigió hacia la dirección que él le había dado.

Al llegar, Laura notó que Daniel la esperaba en la entrada. Sus ojos mostraban el peso de las últimas semanas y la angustia por todo lo que había ocurrido. Sin muchas palabras se dirigieron juntos hacia el interior de la casa, una vez dentro, Laura se sorprendió al ver la cantidad de cosas que Claudia había dejado. Ropas, zapatos y adornos estaban esparcidos por la sala de estar y el pasillo. Daniel se acercó con unas de las cajas, la abrió con cuidado, revelando una mezcla de recuerdos y objetos personales. Juntos comenzaron a embalar las cosas de Claudia, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Laura se encontró recordando los momentos en que ella y Daniel habían compartido. Después de un rato, ella levantó una caja llena de libros y se la entregó a Daniel. Sus manos se rozaron brevemente, y ambos se quedaron en silencio por un momento. Eso era todo por hoy, le  dijo él finalmente mirando alrededor de la habitación con una mezcla de tristeza y alivio. Laura accedió, apreciando que no había mucho más que decir en ese momento. Ambos sabían que había un largo camino por delante para ajustarse a esta nueva realidad.

Cuando estaban a punto de salir para cargar la camioneta de Laura con las cosas de Claudia, Daniel se detuvo y la miró directamente a los ojos agradeciéndolo todo lo que hacía por él. Sin embargo tenía que pedirle un último favor, sí podía llevar, ella sola, las cosas de Claudia al contenedor del barrio. Él quería estar con los chicos en su dormitorio para acompañarlos. Laura sintió un nudo en el estómago, sabiendo que empezaba una vida junto a Daniel como tanto lo había soñado. Estaba ahí para lo que él necesitara. Después de cargar todo se despidieron con un abrazo breve pero significativo, ella se despidió de los chicos mientras Daniel los arropaba,  salió de la casa y mientras conducía al contenedor a dejar las cosas de Claudia sintió un peso ligero en su corazón. Sabía que, de alguna manera, este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en la vida de ambos, uno lleno de oportunidades para crecer y encontrar la paz que tanto anhelaba.

 

 

 

Un amor sin salida "los abuelos" de Alejandro Nisim Joaquin

 

Laura y Daniel habían decidido vivir juntos, temporalmente en la casa que solía ser de él, para que los chicos no sufran más cambios. Pasadas varias semanas los hijos de Daniel se habían ajustado gradualmente a la nueva dinámica en la casa. Una tarde, mientras estaban ocupados organizando algunos muebles en el patio trasero, vieron a los abuelos de los chicos, los padres de Claudia, caminando hacia la casa con expresión preocupada en sus rostros. Laura notó la tensión en el ambiente y miró a Daniel. Él suspiró profundamente, sabiendo que ese momento era inevitable y que tendría que enfrentar algunas preguntas difíciles.

Los abuelos, Don Miguel y Doña Lucía, se acercaron con cautela, Don Miguel miró a Daniel con intensidad, mientras Doña Lucía observaba a Laura con una mezcla de curiosidad y preocupación. Comenzó Don Miguel en tono serio, querían saber dónde estaba Claudia, le preocupaba no saber nada de ella desde semanas. Daniel se aclaró la garganta antes de responder, consciente de que necesitaba manejar la situación con delicadeza. Entendía la preocupación de ambos, pero habían tomado la decisión de separarse. Doña Lucía lo interrumpió con un suspiro de sorpresa y cara de preocupación, sentía que Daniel estaba mintiendo.

Daniel miró a Laura brevemente antes de continuar. Con Claudia habían tenido problemas en la relación durante mucho tiempo y ella había decidió que era mejor para todos separarse, le explicó a Doña Lucia, tratando de elegir sus palabras con cuidado. Don Miguel, preocupado por los chicos, quería saber dónde estaban sus nietos, cómo estaban y quién los estaba cuidando. Laura decidió intervenir, sintiendo la necesidad de aclarar la situación y ofrecer tranquilidad a los abuelos, les contó que los chicos estaban con ellos, en la casa y que ella los estaba cuidando mientras Daniel y Claudia atravesaban este momento difícil. A Doña Lucía se le desfiguró la cara al escucharla, aún tenían preguntas, pero ahora querían ver a sus nietos. Lo dijo con una firmeza en la voz que Daniel aceptó inmediatamente proponiéndoles que vayan al parque de la casa, los chicos estaban jugando ahí.

Daniel les aseguró que Claudia estaba bien, tomando tiempo para sí misma, trabajando en un acuerdo para que ellos puedan ver a los niños regularmente,  esperando tranquilizarlos. Los abuelos salieron al parque a reencontrarse con sus nietos, se escuchaban risas y muestras de alegría que venían del jardín. Laura miró a Daniel con gesto de incertidumbre.

Una vez que los abuelos se fueron, Laura y Daniel se miraron el uno al otro, aunque habían enfrentado una conversación difícil, se abrazaron, fortalecidos por el apoyo mutuo. En cambio, Don Miguel y Doña Lucía se sentían cada vez más angustiados por la falta de noticias, a pesar de las promesas de Daniel, la incertidumbre se había vuelto insoportable para ellos. Finalmente, decidieron tomar medidas más drásticas.

Una tarde, Laura y Daniel estaban en la casa ocupados con los chicos cuando un oficial de policía llamó a la puerta. Daniel abrió, y su rostro se tensó al ver al oficial uniformado que se presentó y les informó que los padres de Claudia habían denunciado su desaparición. Laura se acercó a Daniel, que se presentó como el esposo de Claudia, preguntándole si podían hablar dentro de la casa. Una vez dentro, se sentaron en la sala de estar. El oficial sacó una libreta y una birome listo para tomar notas. Les explicó que los padres de Claudia no le creían a Daniel y estaban muy preocupados porque no habían tenido contacto con ella durante meses. Habían acudido a la policía porque necesitaban saber que había pasado con su hija.

Daniel se mostraba sereno, repitió que Claudia lo había dejado, a él y a los chicos. Ella necesitaba espacio y tiempo para reflexionar sobre su vida, él no sabía mucho de ella desde entonces, pero tenía una dirección que le había dejado escrita por si había una emergencia. Daniel fue a su escritorio, en la sala quedaron el oficial y Laura que miraba al piso, cuando volvió estaba con un papel en la mano con la información que Claudia le había proporcionado. El oficial tomó el papel y lo miró detenidamente, era un dato nuevo que cambiaba el rumbo de la investigación. Tenía que verificar esa información, el domicilio estaba ubicado en un pueblo de la Patagonia, mientras tanto, necesitaba que ellos lo mantuvieran informado sobre cualquier noticia o contacto que puedan tener con Claudia. Laura intervino solo para expresar que querían lo mejor para Claudia y los chicos, pidiéndole sinceramente que haga todo lo posible para encontrarla y asegurarse de que ella esté bien. El oficial la miró con seriedad, agradeció la cooperación y les prometió que los iba a mantener informados sobre cualquier novedad.

Después que el oficial se fue quedaron en silencio, procesando lo que había sucedido. La situación se había vuelto más seria y complicada.  Laura estaba preocupada y se preguntaba si realmente Claudia estaba bien. Daniel suspiró, mirando a los chicos que jugaban en la sala, no lo sabía, sólo esperaba que esté bien y que pudieran resolver esto pronto. A Laura le inquietaba por qué él no había dicho antes que Claudia había dejado una dirección. Él, visiblemente cansado, había pensado que no era relevante, ella le había pedido espacio y él había respetado su decisión.

Laura lo miró con desconfianza, sentía que le estaba ocultando cosas y quería saber que más no le había dicho. Daniel la miró con expresión endurecida, la tensión en la habitación era palpable. Dio un paso atrás tomando aire profundamente, estaba haciendo lo mejor que podía, era una situación es difícil para todos, Laura accedió, pero sus ojos mostraban que aún no estaba satisfecha con las respuestas de Daniel, necesitaba que él sea completamente honesto, no podía seguir viviendo en la incertidumbre.

 

 

Un amor sin salida "Nunca le haría daño" de Alejandro Nisim Joaquin

Laura no podía sacarse la sensación de que había algo más en todo esto. Su intuición le decía que Daniel estaba ocultando algo. Una noche decidió enfrentarlo, estaban en la sala de estar y ella no podía contener más sus sospechas, quería hablar con él. Daniel, que estaba sentado en el sofá levantó la vista y con voz cansada le preguntó sobre qué quería hablar, ya le había contado todo lo que sabía. Laura lo miró fijamente, sus ojos estaban llenos de determinación. Lo confrontó, sentía que había algo más y mucho peor. Había estado pensando en todo y creía que él le había hecho algo malo a Claudia. Daniel  quedó perplejo, con su rostro perdiendo todo color le contestó que era absurdo, como podía siquiera pensar en eso. Ella no se dejó intimidar, él callaba más de lo que decía, Claudia había desaparecido sin dejar rastros y él estaba lo más tranquilo, como si supiera algo. Daniel se levantó enfurecido, le aseguró que esto seguro era un plan de Claudia para castigarlo y en cualquier momento iba volver, ella no sabía de lo Claudia que era capaz, tenían sus problemas, pero nunca le haría daño ¡Nunca! Le gritó en la cara. Laura mantuvo su postura, quería que le dijera la verdad. Daniel la miró con furia, le juraba que no le había hecho nada. Laura, aunque desconfiaba, notó temor genuino en los ojos de Daniel, pero no podía dejar de lado sus sospechas.  Él bajó la mirada, visiblemente perturbado, Laura, cansada, se sentó en el sofá tratando de madurar lo que Daniel decía.

El tiempo transcurrió lentamente desde la última conversación entre ellos. La tensión en la casa era evidente y la incertidumbre sobre sus futuros juntos se cernía sobre ellos hasta que la situación dio un giro dramático.

Una mañana un grupo de oficiales de policía llegó a la casa. Ella estaba en la cocina preparando el desayuno cuando escuchó los golpes fuertes en la puerta.  Daniel se adelantó para abrir y se encontró nuevamente con el oficial que los había visitado, junto a varios policías más. Tenían orden para allanar el domicilio y la camioneta de Laura, en relación con la desaparición de Claudia. Detrás del grupo policial había una cantidad considerable de periodistas con cámaras y micrófonos.

Laura sintió un nudo en el estómago. Mientras los oficiales se dirigían a la camioneta estacionada en el camino de entrada, no podía comprender por qué necesitaban revisar su vehículo, pero su intuición le decía que algo terrible estaba por suceder. Se unió a Daniel en la entrada, su rostro mostrando confusión y miedo. El oficial les informó que habían recibido información que sugería que podría haber más de lo que inicialmente creían. Los policías se dividieron en dos grupos, unos ingresaron a la casa, registrando cada habitación con precisión y otro grupo se dirigió a la camioneta de Laura, que se sentía impotente mientras veía cómo los policías revisaban sus pertenencias, buscando alguna evidencia que pudiera vincularla a la desaparición de Claudia.  

Después de lo que pareció una eternidad, uno de los policías encontró una caja en el fondo de un armario del dormitorio principal, contenía varios artículos personales de Claudia, incluyendo joyas, sus documentos, varias tarjetas de crédito, el teléfono celular y el pasaporte, ¿Qué es esto? Les preguntó el oficial sosteniendo la caja frente a ellos. Daniel se quedó pálido, incapaz de dar una respuesta inmediata, Laura lo miró y le exigió que diera una respuesta. Él balbuceó tratando de encontrar una explicación, contestó que Claudia debió dejarlo aquí antes de irse, no sabía que estaban en la casa. El oficial se quedó mirándolos, dudando de la explicación de Daniel, esto complicaba las cosas. Se iban a llevar lo encontrado como evidencia. Laura, sintiéndose traicionada giró hacia Daniel y le preguntó, delante del oficial, por qué no le había dicho sobre esto. Le preguntó varas veces a los gritos que más le estaba ocultando, Daniel intentó tomarla de la mano, pero ella se apartó. Él le juraba que no lo sabía, no entendía cómo estaba eso ahí.

De repente se escuchó desde el vehículo  ¡Acá hay algo! Todos se acercaron para ver lo que se había encontrado. En el compartimento trasero escondido bajo la alfombra del baúl, había rastros de sangre y algunas prendas ensangrentadas que pertenecían a Claudia. Todas las miradas giraron hacia Laura. Ninguno de los dos podían salir de la ciudad, iban a ser citados a la comisaría para responder algunas preguntas.  Ella se quedó helada, incapaz de creer lo que estaba ocurriendo. El allanamiento finalmente terminó, los oficiales se llevaron las evidencias encontradas y Laura, con lágrimas en los ojos, fue filmada por los periodistas que le preguntaban desde la puerta de la casa qué había pasado con Claudia.

Las semanas siguientes al allanamiento fueron tensas y cargadas de discusiones. La creciente desconfianza hacia Daniel la estaba carcomiendo, las cosas se habían ido demasiado lejos, quería que él fuera completamente honesto. Ella ya no tenía espacio para más secretos y decidió investigar por su cuenta.

 

 


Un amor sin salida "Quién era Claudia" de Alejandro Nisim Joaquin

 

En los días siguientes la policía comenzó a investigar la desaparición de Claudia. Contactaron amigos, familiares y colegas, tratando de reconstruir sus últimos movimientos antes de su desaparición. Mientras tanto, Don Miguel y Doña Lucía estaban en contacto permanente con la policía esperando noticias. La preocupación y la incertidumbre continuaron creciendo, pero la esperanza de encontrar a Claudia los mantuvo firmes, desde el momento que su desaparición era seguido diariamente por los diarios y televisión de toda la ciudad.

Finalmente, unas semanas después, el oficial volvió a llamar a la puerta de Laura y Daniel. Habían localizado el domicilio que les había dado, pero nadie había visto a Claudia en ese lugar. La nota había sido peritada y resultó que había sido escrita de puño y letra por Claudia. A pesar de eso, la situación puso a Daniel y Laura como sospechosos de homicidio. Laura sintió un enorme peso sobre sus espaldas, frustrada buscaba la manera de llegar a la verdad. Un día, su madre le contó que había contactado a una mujer que era muy amiga de la familia de Claudia. Laura le pidió que fueran juntas a hablar con ella porque necesitaba saber más. Cuando llegaron a la casa le dijeron la razón de su visita y  le preguntaron quién era Claudia.

Ella la describió como una mujer de espíritu libre, una artista que pintaba con los colores de sus sueños y que buscaba, en cada pincelada, la esencia de su libertad, pero estaba atrapada en una red invisible tejida por Daniel, su esposo.

Les contó que Daniel era un hombre de ojos profundos y voz melódica, que desde el primer encuentro había envuelto a Claudia en un torbellino de promesas y afecto, asegurándole que su amor sería eterno, que la protegería del mundo, pero con el tiempo, la pasión se convirtió en posesión, y la protección, en prisión.

Mientras tomaban un té les describió como Claudia comenzó a notar los hilos invisibles que Daniel había tejido alrededor de su vida, no podía salir sin su consentimiento, no podía pintar sin que él aprobara sus temas, no podía soñar sin que él interpretara sus sueños, su alma, antes radiante, ahora se encontraba en una jaula dorada. Recordó que una noche Claudia tomó la decisión, dejaría a Daniel, recuperaría su libertad, su voz, su arte. Preparó su partida en silencio guardando solo lo esencial, aquellos pinceles y lienzos que eran una extensión de su ser. Pero Daniel, como si tuviera un sexto sentido, percibió su intención y así comenzó su incesante lucha por retenerla. Se volvió más encantador, más amoroso, le compró flores cada mañana, organizó cenas a la luz de las velas y susurró promesas de cambio. Sus ojos, siempre vigilantes, buscaban cualquier señal de fuga.

Claudia, atrapada entre el deseo de libertad y el peso del amor que alguna vez sintió, comenzó a dudar. Cada gesto de Daniel era una trampa disfrazada de ternura, una red que la atrapaba más fuerte con cada intento de escapar, pero en el fondo, sabía que su espíritu no podía ser domado. Una madrugada, cuando el cielo apenas comenzaba a teñirse de azul, Claudia se levantó con el corazón resuelto, escribió una breve nota dejando claras sus razones, no había odio, solo una profunda necesidad de encontrarse a sí misma. A la mañana siguiente mientras armaba en secreto sus valijas le llegó un informe de análisis que se había hecho por una incipiente anemia.   Estaba embarazada de gemelos, Lucas y Sofía, y dejarlo se hizo imposible, ahí apareció el verdadero Daniel, el monstruo, el abusivo, el que obtuvo un fabuloso préstamo de dinero de sus suegros, el que después amenazaba con matar a los gemelos si Claudia lo dejaba.

Laura sentía que su cabeza volaba, no entendía nada, dudando le mostró una foto de Daniel a Marina. Ella no dudó, Daniel es un demonio aléjate de él lo más que puedas, le aconsejó. Laura quería saber sí la familia de Claudia era poderosa y abusiva. La respuesta fue un no rotundo, la familia de Claudia son sus padres, ya retirados que viven de una pensión, y sus dos hijos, a los que cuidaba y mantenía con la ayuda de sus padres porque Daniel nunca aportaba nada. Claudia vivía para sus hijos y soportó el maltrato de Daniel por temor a que él los lastime. Ella nunca su hubiera ido sin sus hijos, le tuvo que haber pasado algo malo, concluyó, terminando la conversación.

Mientras volvían a la casa, Laura le confesó a su madre, creo que Daniel le hizo algo a Claudia, tengo miedo que la haya asesinado.

 

 

Un amor sin salida "Alguien quería incriminarla" de Alejandro Nisim Joaquin

 

Laura, definitivamente distanciada emocionalmente de Daniel, no podía dejar de pensar en las prendas con sangre que la policía había encontrado en su camioneta. Una noche los noticieros informaron que se habían encontrado pruebas en un área remota a las afueras de la ciudad que llevarían a concluir que pertenecían a Claudia, quién habría sido asesinada. Al otro día las noticias confirmaron que encontraron ropa y calzado que correspondía a Claudia, y las pruebas forenses revelaron rastros de ADN que vinculaban a dos personas, que aún no tenían identificadas, con las ropas encontradas. Con esta nueva evidencia, la policía arrestó a Daniel y a Laura, a quienes, después de  entregar material genético para compararlo con los rastros hallados, los interrogaron por separado.

Esperando ser interrogada Laura tenía su mente en blanco. No podía comprender cómo había llegado a esta situación, fue llevada a una sala donde un oficial la esperaba, habían encontrado rastros de sangre y prendas en su vehículo que eran evidencia contundente.  Necesitaba decir todo lo que sabía sobre la desaparición de Claudia si quería evitar una condena a perpetua. Laura, con voz temblorosa, respondió que no sabía cómo llegaron esas cosas a su camioneta. Ella no había hecho nada, era inocente. El Oficial la miró con dureza, las pruebas eran claras, necesitaban que fuera honesta. Laura sostuvo que había llegado a la conclusión de que Claudia había sido asesinada y que Daniel era el responsable. Las prendas en su camioneta apuntaban a que alguien quería incriminarla, y él era el único con motivos para hacerlo.

El oficial le contó que, del allanamiento a la casa, se descubrieron más detalles sobre las finanzas de Daniel y su relación con los padres de Claudia. Los documentos secuestrados revelaron que no había ningún instrumento relacionado con un empleo reciente, ni recibos de sueldo, ni acciones, ni contratos de trabajo a nombre de Daniel. En cambio, se encontraron extractos bancarios que mostraban transferencias de grandes sumas de dinero provenientes de la cuenta de los padres de Claudia. Entonces le preguntó, ¿cuál sería el motivo de Daniel para asesinarla si nunca había tenido un trabajo fijo y siempre había dependido económicamente de sus suegros? Laura sintió un nudo en el estómago, no tenía respuestas.

Las horas pasaban mientras Laura respondía a todas las preguntas de la policía, reiterando su inocencia una y otra vez. El oficial le contó que aún no habían encontrado el cuerpo, pero ya estaban trabajando sobre la teoría de homicidio y posterior desaparición del cuerpo. Los únicos sospechosos eran Daniel y ella. Laura, devastada por la noticia se echó a llorar desconsoladamente.

Mientras tanto, su mamá, angustiada por la situación, buscaba desesperadamente la manera de ayudarla y llegó con un abogado dispuesto a tomar la defensa y esclarecer la situación.

La familia de Claudia también fue contactada y, a pesar del dolor, sintieron cierto alivio porque siempre supieron que Laura y Daniel podían estar involucrados más de lo que habían dejado entrever.

A los pocos días ambos fueron excarcelados y, aunque Laura no lo sabía, Daniel la había incriminado en el caso con el objetivo de desviar la atención de sí mismo. Recuperada la libertad, Laura decidió mudarse temporalmente a la casa de su madre.

Un amor sin salida "el juicio" de Alejandro Nisim Joaquin

 

La policía investigaba un presunto homicidio seguido de la desaparición de la víctima, en un mar de dudas e incertidumbres. La última persona que había visto con vida a Claudia era Daniel y los investigadores trataban de resolver el enigma sí Laura había participado del homicidio o sólo en la desaparición del cuerpo. El caso había tomado estado público, con elementos que lo hacían atrapante al ser una historia bañada de misterio. Una joven madre dedicada a sus dos hijos, desaparecida, un marido, el presunto asesino que tenía una amante joven y bonita que lo había dejado cansada de esperar que se divorcie. Ante el asedio de la prensa Laura se recluyó en la casa de su madre, no salía, no recibía visitas, no escuchaba noticias, no prendía la TV, estaba desconsolada e irreconocible.

Inesperadamente la policía recibió el testimonio de un vecino de la casa de Daniel, donde afirmó que, el día de la desaparición, vio humo saliendo de la chimenea, presumiendo así que la pareja se estaba deshaciendo de evidencias incriminatorias, ya que en ese momento había una temperatura de 28 grados en la ciudad.

La madre de Laura llegó a la casa apresurada interrumpiendo sus compras y la abrazó llorando. Laura supuso que la madre se había enterado que venían a buscarla para llevarla presa. No era eso, su mamá se había enterado que cuando la policía allanó la casa de Daniel lo encontró colgado. Se había suicidado dejando una nota, su cuerpo estaba ahora en la morgue y la carta estaba siendo estudiada por los peritos. Aturdida por la noticia Laura se dejó caer de rodillas, el suicidio de Daniel la había dejado en shock. No podía parar de llorar desconsoladamente, repetía que su único delito había sido ser una persona confiada y no creer en la maldad de la gente.

El día no terminó ahí, la policía llegó de nuevo, esta vez con una orden de arresto para ella con el cargo de conspiración para cometer homicidio y encubrimiento, fue esposada, al salir de la casa fue insultada y agredida por la gente que la esperaba. Finalmente, para evitar problemas fue alojada en una prisión federal donde fue interrogada intensamente. A pesar de que seguía manteniendo su inocencia, las pruebas en su contra eran muchas pero circunstanciales.

En la cárcel, mientras esperaba el juicio, su mente no dejaba de dar vueltas a los eventos de los últimos meses. Le insistía a su abogado que quería leer la nota que había dejado Daniel y luego de varias peticiones le fue entregada una copia “Amados hijos, no tengo valor de pagar por algo que no hice, los esperamos para abrazarnos los cuatro en el cielo”.

El juicio fue una experiencia agotadora. Los fiscales presentaron pruebas forenses que vinculaban a Laura con la escena del crimen. Los testimonios de los vecinos y conocidos de Claudia y Daniel no ayudaron a su causa. Los Fiscales mostraron las grabaciones de las cámaras de seguridad del barrio donde vivían Claudia y Daniel,  el día de la desaparición, en la que se ve a Laura manejando una camioneta y parando en contenedores de basura para tirar bolsas negras, donde se hallaron prendas con ADN de la víctima. Además, mostraron prendas con sangre de Claudia secuestradas en la camioneta de Laura.  

La Defensa contestó que Laura había reconocido desde un principio tirar bolsas con cosas de Claudia, pero eso era circunstancial y no probaba su participación en un homicidio. Como defensa a las pruebas forenses, sus abogados argumentaron que Daniel había manipulado la escena del crimen para incriminarla. Sostenían que ella se había cruzado con un psicópata que la usó de coartada y por su culpa había quedado en medio de todo esto. Pero la falta de evidencia directa que apoyara esta teoría debilitó su defensa. Laura, por su parte, se mantuvo firme en su inocencia.

Durante una de las audiencias, una pieza clave de evidencia salió a la luz. Un vecino de Daniel, que hasta entonces había permanecido en silencio por miedo a represalias, testificó haberlo visto moviendo lo que parecía ser un cuerpo envuelto en una manta hacia la camioneta de Laura en la noche de la desaparición de Claudia. Esto proporcionó un rayo de esperanza, pero no fue suficiente para absolverla completamente.

La Fiscalía remarcó las contradicciones sosteniendo que las tres veces que Laura fue llamada a declarar a la policía, hubo inconsistencias en sus dichos. Situación negada por su Defensa, alegando que ella siempre se había declarado inocente, pero el Juez no permitió escuchar las grabaciones de los interrogatorios.

Por último, un vecino de Daniel, a quién se le otorgó inmunidad por un delito de extorsión a cambio de su testimonio, en la última audiencia declaró que Daniel en una oportunidad había dicho “Claudia si me quiere dejar la voy a matar”, a pesar de las quejas de la Defensa el testimonio fue declarado válido.

Al momento de los alegatos la Fiscalía describió a Laura como una mujer enamorada, atrapada en una relación complicada. Lo que según, el Fiscal, la hacía capaz de cualquier cosa.

La Defensa pidió la inocencia de Laura. Les dijo a los Jurados que la investigación dejaba más dudas que certezas.  No había pruebas para condenar, no había nada, ni siquiera un cuerpo. Sostuvo que luego del suicidio del principal sospechoso, Laura era la única persona juzgada por la desaparición de Claudia. Afirmando que la estaban haciendo pagar en lugar de otra persona y que la prensa se había aprovechado de la imagen de Daniel, tergiversando los hechos, por la necesidad de la policía de culpar a alguien y dar respuesta a la presión que había ejercido la sociedad. Luego se le concedió la palabra a Laura que llorando les dijo a los Jurados que era inocente y estaba profundamente triste por Claudia y su familia.

Los doce Jurados iniciaron su deliberación que duró tres días corridos. Mientras las horas pasaban, Laura se hundía más en la desesperación. Su familia y amigos, aunque la apoyaban, empezaban a perder la esperanza de una sentencia favorable. La única persona que seguía luchando incansablemente era su madre, quien se dedicó a revisar cada detalle del caso.

Al momento de oír el veredicto del lado izquierdo de la sala se encontraban los familiares y amigos de Laura, y del otro, en primera fila, los padres de Claudia y sus dos hijos. El Juez le pidió a la Defensa que se ponga de pie para escuchar la decisión de Jurado, el Presidente del Jurado tomó la palabra “al cargo de conspiración para cometer homicidio inocente”, “al cargo encubrimiento de homicidio culpable”. Los padres e hijos de Claudia rompieron en llanto con cierta alegría. La madre y amigas de Laura también rompieron el llantos, pero de tristeza. Recuperado el orden en la sala el Juez sentenció a Laura a diez años de prisión con posibilidad de solicitar libertad condicional al cumplir siete años de condena.

Lo que le tocó vivir a Laura fue una injusticia. Siguieron luchando para demostrar su inocencia, pero la sentencia fue confirmada por la Cámara de Apelaciones. El único error de Laura fue enamorarse de un hombre que la engañó y la manipuló. Cualquiera pudo haber sido víctima de una persona así, la sociedad quería un culpable y ella tuvo que pagar porque Daniel, encima, se suicidó.

Fin