Me quedo en tus pupilas, sin convite a tu fiesta de fantasmas.
Adentro todos trenzan sus
efímeros lazos,
yo solo afuera, y sin amor, mas
prisionero,
yo, mozo de cordel, con mi
lamento, a tu ventana,
yo, nuevo triste, yo, nuevo romántico.
Dentro de ti, las nupcias de
hielo al sol del árbol y la nube,
pareadas risas que se pierden por
perdidos senderos,
la inevitable luna casi líquida,
el agua rota en trinos y en su
música un lirio y una abeja en su estigma
y en su aguijón tu anhelo de
olvidarme.
Yo, en alta mar de cielo
estrenando mi cárcel de jamases y
siempres.
Dentro de ti, la casa, sus
palmeras, su playa,
el mal agüero de los pavos
reales,
jaibas bibliopiratas que amueblan
sus guaridas con mis versos,
y al fondo el amarillo amargo mar
de Mazatlán
por el que soplan ráfagas de
nombres.
Mas si gritan el mío responden
muchos rostros que yo no conocía
o que borró una esponja calada de
minutos,
como el de ese párvulo que esta
noche se siente solo e íntimo
y que suele llorar ante el
retrato
de un gambusino rubio que se
quemó en rosales de sangre al mediodía.
Gilberto Owen, poeta mexicano
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