Quinquela Martín

jueves, 23 de septiembre de 2021

“Los cachorros” de Mario Vargas Llosa

 

IV

Pero él ni de a vainas, de perdido, nuestras fiestas lo aburrían,

de sobrado avejentado, no 

iba porque tenía otras mejores donde me divierto más. Lo que pasa

es que no te gustan las chicas decentes, decían ellas, y él como amigas

claro que sí, y ellas sólo las cholas, las medio pelo, las bandidas

y, de pronto, Pichulita, sssí le gggggustabbbban, comenzaba, las

chicccas decenttttes, a tartamudear, sssólo qqqque la flaccca Gamio

nnno, ellas ya te muñequeaste y él addddemás no habbbía tiempo

por los exámmmenes y ellos déjenlo en paz, salíamos en su defensa,

no lo van a convencer, él tenía sus plancitos, sus secretitos, apúrate

hermano, mira qué sol, La Herradura debe estar que arde, hunde la

pata, hazlo volar al poderoso Ford. Nos bañábamos frente a Las Gaviotas

y, mientras las cuatro parejas se asoleaban en la arena, Cuéllar

se lucia corriendo olas. A ver esa que se está formando, decía

Chabuca, esa tan grandaza ¿podrás? Pichulita se paraba de un salto,

le había dado en la yema del gusto, en eso al menos podía ganarnos:

lo iba a intentar, Chabuquita, mira. Se precipitaba corría sacando pecho,

echando la cabeza atrás se zambullía, avanzaba braceando lindo,

pataleando parejito, qué bien nada decía Pusy, alcanzaba el tumbo

cuando iba a reventar, fíjate la va a correr, se atrevió decía la

China, se ponía a flote y metiendo apenas la cabeza, un brazo tieso y

el otro golpeando, jalando el agua como un campeón, lo veíamos subir

hasta la cresta de la ola, caer con ella, desaparecer en un estruendo

de espuma, fíjense fíjense, en una de ésas lo va a revolcar

decía Fina, y lo veían reaparecer y venir arrastrado por la ola, el

cuerpo arqueado, la cabeza afuera, los pies cruzados en el aire, y lo

veíamos llegar hasta la orilla suavecito, empujadito por los rumbos.

Qué bien las corre, decían ellas mientras Cuéllar se revolvía contra la

resaca, nos hacía adiós y de nuevo se arreaba al mar, era tan simpático,

y también pintón, ¿por qué no tenia enamorada? Ellos se miraban

de reojo, Lalo se reía, Fina qué les pasa, a qué venían esas

carcajadas, cuenten. Choto enrojecía, venían porque sí, de nada y

además de qué hablas, qué carcajadas, ella no te hagas y él no, si no

se hacía, palabra. No tenía porque es tímido, decía Chingolo, y Pusy

no era, que iba a ser, más bien un fresco, y Chabuca ¿entonces por

qué? Está buscando pero no encuentra, decía Lalo, ya le caerá a alguna,

y la China falso, no estaba buscando, no iba nunca a fiestas, y

Chabuca ¿entonces por qué? Sabe, decía Lalo, se cortaba la cabeza

que si, sabían y se hacían las que no, ¿para qué?, para sonsacarles,

si no supieran por qué tantos por qué, tanta mirada rarita, tanta malicia

en la voz. Y Choto: no, te equivocas, no sabían, eran preguntas

inocentes, las muchachas se compadecían de que no tuviera hembrita

a su edad, les da pena que ande solo, lo querían ayudar. Tal vez

no saben pero cualquier día van a saber, decía Chingolo, y será su

culpa ¿que le costaba caerle a alguna aunque fuera sólo para despistar?,

y Chabuca ¿entonces por qué?, y Mañuco qué te importa, no lo

fundas tanto, el día menos pensado se enamoraría, ya vería, y ahora

cállense que ahí está. A medida que pasaban los días,

Cuéllar se volvía más huraño con las

muchachas, más lacónico y esquivo. También más loco: aguó la fiesta

de cumpleaños de Pusy arrojando una sarta de cuetes por la ventana,

ella se echó a llorar y Mañuco se enojó. fue a buscarlo, se

trompearon, Pichulita le pegó. Tardamos una semana en hacerlos

amistar, perdón Mañuco, caray, no sé qué me pasó, hermano, nada,

más bien yo te pido perdón, Pichulita, por haberme calentado, ven

ven, también Pusy te perdonó y quiere verte; se presentó borracho

en la Misa de Gallo y Lalo y Choto tuvieron que sacarlo en peso al

Parque, suéltenme, delirando, le importaba un pito, buitreando, quisiera

tener un revólver, ¿para qué, hermanito?, con diablos azules,

¿para matarnos?, sí y lo mismo a ese que pasa pam pam y a ti y a mí

también pam pam; un domingo invadió la Pelouse del Hipódromo y

con su Ford ffffuum embestía a la gente ffffuum que chillaba y saltaba

las barreras, aterrada, ffffuum. En los Carnavales, las chicas le

huían: las bombardeaba con proyectiles hediondos, cascarones, frutas

podridas, globos inflados con pipí y las refregaba con barro, tinta,

harina, jabón (de lavar ollas) y betún; ¡salvaje!, le decían, cochino,

bruto, animal, y se aparecía en la fiesta del Terrazas, en el Infantil

del Parque de Barranca, en el baile del Lawn Tennis, sin disfraz, un

chisguete de éter en cada mano, píquiti píquiti juas, le di, le di en los

ojos. ja ja, píquiti píquiti juas, la dejé ciega, ja ja, o armado con un

bastón para enredarlo en los pies de las parejas y echarlas al suelo:

bandangán. Se trompeaba, le pegaban, a veces lo defendíamos pero

no escarmienta con nada, decíamos, en una de éstas lo van a matar.

Sus locuras le dieron mala fama y Chingolo, hermano, tienes que

cambiar, Choto, Pichulita, te estás volviendo antipático, Mañuco, las

chicas ya no querían juntarse con él, te creían un bandido, un sobrado

y un pesado. El, a veces tristón, era la última vez, cambiaría, palabra

de honor, y a veces matón, bandido, ¿ah sí?, ¿eso decían de mí

las rajonas?, no le importaba, las pituquitas se las pasaba, le resbalaban,

por aquí.

En la fiesta de promoción -de etiqueta, dos orquestas, en el Country

Club-, el único ausente de la clase fue Cuéllar. No seas tonto, le decíamos,

tienes que venir, nosotros te buscamos una hembrita, Pusy ya

le habló a Margot, Fina a Ilse, la China a Elena, Chabuca a Flora, todas

querían, se morían por ser tu pareja, escoge y ven a la fiesta.

Pero él no, qué ridículo ponerse smoking, no iría, que más bien nos

juntáramos después. Bueno Pichulita, como quisiera, que no fuera,

eres contra el tren, que nos esperara en El chasqui a las dos,

dejaríamos a las muchachas en sus casas, lo recogeríamos y nos iríamos a

tomar unos tragos, a dar unas vueltas por ahí, y él tristoncito eso sí.

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