Por supuesto
que estoy para adorarte,
para decirte
mil palabras subyugantes,
para trocar
la luna por tu piel morena,
para que tu cuerpo todo sea una
melodía
apasionadamente suave,
salada, con
acordes de mar embravecido,
con fragancias
de otros mundos,
con formas de
los trigales
que asemejan
tus pasos...
Quiero hacer
de tu cuerpo una melodía,
y no me doy
cuenta que fue Dios quién lo hizo
mientras yo sólo tengo la hermosa misión
de adorarte
eternamente...
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