Llegó a las puertas del cielo,
Tocó la aldaba de bronce,
A abrirle vino San Pedro:
«Si no me dejas entrar
Te corto los crisantemos».
Con voz respondióle el santo
Que se parecía al trueno:
«Retirate de mi vista
Caballo de mal agüero,
Cristo Jesús no se compra
Con mandas ni con dinero
Y no se llega a sus pies
Con dichos de marinero.
Tocó la aldaba de bronce,
A abrirle vino San Pedro:
«Si no me dejas entrar
Te corto los crisantemos».
Con voz respondióle el santo
Que se parecía al trueno:
«Retirate de mi vista
Caballo de mal agüero,
Cristo Jesús no se compra
Con mandas ni con dinero
Y no se llega a sus pies
Con dichos de marinero.
Aquí no se
necesita
Del brillo de tu esqueleto
Para amenizar el baile
De Dios y de sus adeptos.
Viviste entre los humanos
Del miedo de los enfermos
Vendiendo medallas falsas
Y cruces de cementerio.
Mientras los demás mordían
Un mísero pan de afrecho
Tú te llenabas la panza
De carne y de huevos frescos.
La araña de la lujuria
Se multiplicó en tu cuerpo
Paraguas chorreando sangre
¡Murciélago del infierno!»
Del brillo de tu esqueleto
Para amenizar el baile
De Dios y de sus adeptos.
Viviste entre los humanos
Del miedo de los enfermos
Vendiendo medallas falsas
Y cruces de cementerio.
Mientras los demás mordían
Un mísero pan de afrecho
Tú te llenabas la panza
De carne y de huevos frescos.
La araña de la lujuria
Se multiplicó en tu cuerpo
Paraguas chorreando sangre
¡Murciélago del infierno!»
Después
resonó un portazo,
Un rayo iluminó el cielo,
Temblaron los corredores
Y el ánima sin respeto
Del fraile rodó de espaldas
Al hoyo de los infiernos
Un rayo iluminó el cielo,
Temblaron los corredores
Y el ánima sin respeto
Del fraile rodó de espaldas
Al hoyo de los infiernos
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