no llegará lejos el día de raro verdor
en que cantaré a la luna odiada que da luz a mi espesa cabeza cortada
a la navaja
que da luz a los vientos brutales
a las flores agudas que arden en los dedos bajo las curitas benignas
a la estrella que se oculta cuando se la llama
a la lluvia húmeda contoneándose en su desnudez repulsiva
el sol amarillo que traspasa las pieles marcando oscuras huellas
el relojito enviado desde el infierno interruptor de los bellos sueños
a los mares helados arrastrando basuras olas cintillos dorados ardores
en los ojos
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