Quinquela Martín

miércoles, 17 de junio de 2020

"Teología" de Eduardo Galeano

El dios de los cristianos, dios de mi infancia, no hace el amor. Es quizá el único dios que nunca a hecho el amor entre todos los dioses de todas las religiones de este mundo. 

Cada vez que lo pienso siento pena por él y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, el jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo dios también supo ser mi amigo cuando en aquellos viejos tiempos yo creía en él y creía que él creía en mí. 

Y a veces hasta me parece escuchar sus melancólicas confidencias, como si al oído me dijera: «Lástima que Adán fuera tan bruto, lástima que Eva fuera tan sorda y lástima que yo no supe hacerme entender. Ellos creyeron que un pecado merece castigo, si es original. Dije que peca quien desama y entendieron que peca quien ama. Donde anuncié praderas de fiestas escucharon valle de lágrimas. Dije que era el dolor la sal que daba gustito a la vida, a la aventura humana y entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos».

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