Quinquela Martín

miércoles, 24 de junio de 2020

"Los adioses" de Eduardo Galeano

Llevábamos nueve años en la costa catalana 
y ya nos íbamos, 
faltaban dos o tres días para el fin del exilio, 
cuando la playa amaneció toda cubierta de nieve. 
El sol encendía la nieve y alzaba, 
a la orilla de la mar, 
un gran fuego blanco que hacía llorar los ojos.
Era muy raro que nevara en la playa. 

Yo nunca lo había visto, 
y sólo algún viejo vecino del pueblo recordaba algo parecido, 
de tiempos remotos.
Se veía muy contenta la mar, 

lamiendo aquel inmenso helado, 
y esa alegría de la mar 
y esa blancura radiante fueron mis últimas imágenes de Calella de la Costa.
Yo quise responder a despedida tan bella, 

pero no se me ocurrió nada. 
Nada que hacer, nada que decir.
Nunca he sido bueno para los adioses.

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